LAVAMIENTO DE PIES

Concepto 1:

Esta es una ceremonia religiosa, practicada por algunos grupos, en la cual los creyentes se lavan los pies el uno al otro como expresión de amor, humildad y servicio.

Originalmente, el lavamiento de pies era un acto de cortesía oriental, expresada por el dueño de la casa hacia el huésped. Generalmente lo hacía un esclavo, o si era necesario el anfitrión mismo (Gn. 18:4; 19:2; 24:32; 43:24). Más tarde simbolizó un acto de humildad y servidumbre (1 S. 25:41); también contrición (Lc. 7:36–50).

El ejemplo clásico en el NT es cuando Jesús lavó los pies de los discípulos en el aposento alto, poco antes de su crucifixión (Jn. 13:1–17). Lo hizo con el fin de quebrantar en ellos el espíritu de orgullo, celos y pleitos. Entonces los desafió: “Vosotros me llamáis Maestro y Señor; y decís bien, porque lo soy. Pues si yo, el Señor y el Maestro, he lavado vuestros pies, vosotros también debéis lavaros los pies los unos a los otros” (vv. 13–14).

Desde los tiempos del NT ha sido un asunto de controversia si Jesús quiso dar a entender que el lavamiento de pies debería observarse literalmente como parte del culto cristiano. La iglesia posapostólica creyó que era un mandato. Agustín (354–430) dice que este se observaba el Jueves Santo. Bernardo de Claraval (1091–1153) lo entendió como sacramento. Sin embargo, la iglesia cristiana por lo general no lo aceptó como sacramento, aunque lo practicaban algunos segmentos y líderes de la iglesia. Desde la Reforma Protestante algunos grupos protestantes lo han restablecido… Ya sea que se observe literal, litúrgica, sacramental o figurativamente, el lavamiento de pies llama al cristiano a una vida y actitud de humildad y servicio. La mayoría de los cristianos no creen que Jesús intentó establecer un rito litúrgico en el aposento alto.

Fuente: Nobel V. Sack, «LAVAMIENTO DE PIES», en Diccionario Teológico Beacon, ed. Richard S. Taylor et al., trad. Eduardo Aparicio, José Pacheco, y Christian Sarmiento (Lenexa, KS: Casa Nazarena de Publicaciones, 2009), 392.

Concepto 2:

Siguiendo la costumbre común en el Oriente, a causa del efecto de los caminos polvorientos o lodosos sobre los pies en sandalias, el Señor en la Ultima Cena les lavó y les secó los pies a los discípulos (Juan 13:1–20). Este hecho sirvió de ejemplo de humildad (v. 15), como una exhortación a perdonarse el uno al otro (v. 14), y como lección de la necesidad de la limpieza en la vida cristiana (v. 10). Como el bautismo simboliza el perdón limpiador del pecado, el lavar los pies simboliza la necesidad de limpieza para la comunión. Los que enfatizan la limpieza hallan base para la continuación de la observancia de esta ordenanza hoy en día. Los que enfatizan los aspectos del ejemplo o del perdón no sienten que sea necesario realizar el rito, sino más bien practicar las verdades espirituales que el rito ilustró. Es verdad que la exhortación de seguir el ejemplo de Cristo hallada en los versículos 14 y 15 se relaciona con perdonarse el uno al otro en humildad, y no con el perdón de Dios de nuestros malos pasos en la vida. Esto, pues, sería un argumento en contra de estimar el lavamiento de los pies como una ordenanza.

Fuente: Charles Caldwell Ryrie, Teologı́a básica (Miami: Editorial Unilit, 2003), 490–491.

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