LA CENA DEL SEÑOR (Parte 1)

I. Institución de la cena

A. La ocasión. La ocasión en que Jesús decidió instituir la Cena del Señor fue la fiesta de la pascua de los judíos. Esta fue la última pascua de Jesús; y él quiso celebrarla en forma especial con sus discípulos (Lucas 22:15, 16). Durante la comida de la pascua había cuatro copas que los judíos bebían ceremoniosamente. Después de una de estas, probablemente la tercera (ver Lucas 22:17; 1 Corintios 10:16), fue cuando Jesús decidió instituir la Cena del Señor.

En comparación con la elaboración de la fiesta de la pascua, la nueva institución era muy simple. “Y tomó el pan y dio gracias, y lo partió y les dio, diciendo: Esto es mi cuerpo, que por vosotros es dado; haced esto en memoria de mi” (Lucas 22:19). Cuando hubieron comido el pan, Jesús tomó la copa que tenía el jugo de uva: “… habiendo dado gracias, les dio, diciendo: Bebed de ella todos; porque esto es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada para remisión de los pecados” (Mateo 26:27, 28).

B. Los elementos usados

  1. El pan. El pan que Jesús usó en la cena fue, probablemente, el pan sin levadura de la fiesta de la pascua. El día anterior al comienzo de la pascua, toda familia judía debía eliminar todo tipo de levadura en sus casas. Por siete días debían comer pan sin levadura solamente (Deuteronomio 16:3, 4). Esto era para hacerles recordar su súbita salida de Egipto (Éxodo 12:39). No hay indicios de que Jesús haya llevado otro tipo de pan a esa cena. El concepto de que la levadura representa el mal es otro punto a favor del pan sin levadura (ver 1 Corintios 5:6–8).
  2. El jugo de uva. A la segunda parte de la Cena del Señor se le llama “copa” o “fruto de la vid” (Marcos 14:23, 25; Mateo 26:27, 29). El término “fruto de la vid” se refiere al jugo de la uva. Dios se refirió al jugo de la uva como “la sangre de la uva” (Deuteronomio 32:14). Esto significa que Jesús escogió la sangre de la uva para ilustrar la sangre del pacto, la sangre de nuestro Salvador.
    Si la copa contenía jugo de uva fermentado o no, es un asunto muy debatido. Algunas autoridades apoyan que era fermentado, arguyendo que los judíos no podían mantener dulce el jugo después de su elaboración. Otros contienden que era sin fermentar, ya que desde la antigüedad había formas para mantenerlo sin fermentar por espacio de un año. Siendo que Jesús no especificó si el jugo era fermentado o sin fermentar, la iglesia no apoya ninguna de estas opiniones. Hoy en día, con los métodos para preservar, el jugo sin fermentar es, ciertamente, el más apropiado para la Cena del Señor.

II. Los nombres para la cena

A. Partimiento del pan. El término que con más frecuencia usa el Nuevo Testamento para esta fiesta cristiana es partir el pan. Hechos 20:7 habla de los discípulos juntándose el primer día de la semana “para partir el pan”. Hechos 2:42 dice que la iglesia primitiva perseveraba en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el “partimiento del pan” y en las oraciones. Esta expresión se halla también en 1 Corintios 10:16. La descripción de la Cena del Señor parece que fue tomada de la acción o actividad del Señor la noche en que la instituyó. Mateo, Marcos y Lucas, al igual que Pablo relatan que Jesús tomó el pan, dio gracias y lo partió, diciendo: tomad, comed, esto es mi cuerpo (1 Corintios 11). Al día siguiente, cuando el cuerpo de Jesús era clavado y traspasado, los apóstoles percibieron la figura de lo que Jesús quiso decir. ¡Cuán sagrada sería la hora en que los discípulos pudieran partir el pan en memoria del cuerpo traspasado del Señor!

B. La Mesa del Señor. Pablo recuerda a los corintios que no pueden participar de la mesa del Señor y de la mesa de los demonios (1 Corintios 10:21). Esto nos recuerda que la mesa pertenece al Señor. En primer lugar, él la dio; segundo, es huésped en cada comida. Jesús dio a sus discípulos esta promesa consoladora: “… donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos” (Mateo 18:20). Esto es una realidad en todas las reuniones de la iglesia. Hasta cuando se dispone la mesa es significativo.

Se necesita enfatizar hoy en día esta sublime verdad. Una iglesia, para hacer incapié en este pensamiento, hizo lo siguiente: separaron del pulpito la mesa de la comunión, dejando espacio suficiente para poner una silla entre los dos; los ancianos se sentaban a ambos lados de la mesa, pero la silla de en medio permanecía siempre vacía. Esto era el testigo mudo de que Cristo, el invitado especial, estaba presente en la cena.

C. La Cena del Señor. La Cena del Señor es, quizá, el término más familiar hoy en día. Se llama la Cena del Señor, porque él la instituyó. Él invita a sus discípulos a comer. Él es el rechazado cuando un cristiano deja de presentarse a la cena. Para el que participa, Cristo es la fuente de la comida espiritual. Cristo invita: “Haced esto en memoria de mi” (Lucas 22:19). Cristo es, también, el único que puede excluir de la mesa a un hijo de Dios. Es verdaderamente la cena del Señor.

El nombre “cena” se debe sin duda a que tuvo lugar durante una comida en la noche en que Jesús la instituyó. El ejemplo claro en el Nuevo Testamento de observar la Cena fue en la noche (Hechos 20:7)

D. La comunión. El término “comunión” es aplicado, comúnmente, a la Cena del Señor. El uso de la palabra “comunión” que usa el Nuevo Testamento parece más bien una descripción que lo que significa en sí. Pablo recuerda a los corintios: “La copa de bendición que bendecimos, ¿no es la comunión de la sangre de Cristo? El pan que partimos, ¿no es la comunión del cuerpo de Cristo?” (1 Corintios 10:16). La palabra comunión significa compartir o participar. Pablo dice que cuando bebemos la copa o comemos el pan participamos o compartimos las bendiciones o beneficios de la muerte del Señor en la cruz. Compartimos la comida con Cristo, nuestro huésped. Esto es comunión o compartir en el sentido más amplio de la palabra.

III. Cuando participar

Cuando Jesús instituyó la Cena del Señor, no especificó tiempo ni frecuencia de observancia. Jesús dejó muchas cosas para que el Espíritu Santo las enseñara a los apóstoles (Juan 16:12, 13); simplemente dijo: “Hagan esto en memoria de mi”. Cuando la iglesia fue establecida en Pentecostés, los apóstoles tuvieron cuidado en seguir su enseñanza. Lucas dice que la iglesia perseveraba en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones (Hechos 2:42). La palabra “perseveraban” indica que ellos lo hacían continua, devota y constantemente en adoración a Dios. Algunos piensan que, bien pudieron haber observado la Cena del Señor diariamente por algún tiempo. En Hechos 2:46 leemos: “Y perseverando unánimes cada día en el templo, y partiendo el pan en las casas, comían juntos con alegría y sencillez de corazón”. Al mencionar Lucas “partiendo el pan”, puede referirse a la Cena del Señor.

También leemos en Hechos 20:7, “El primer día de la semana, reunidos los discípulos para partir el pan, Pablo les enseñaba, habiendo de salir al día siguiente; y alargó el discurso hasta la medianoche”. Como prueba de que la comunión semanal era la costumbre o práctica de la iglesia primitiva, presentamos los siguientes argumentos.

A. Claros ejemplos de la Escritura. Todos los actos concernientes a la reunión en Troas van a probar que fue una reunión específica con un propósito definido.

  1. Reunión establecida (específica). El uso del artículo EL indica que los cristianos tenían la costumbre de reunirse el primer día de la semana. Pablo llegó a Filipos el lunes, una semana antes de la reunión, ya que Lucas relata que Pablo permaneció siete días en Troas. Él iba apurado a Jerusalén, pues quería estar allá para Pentecostés (Hechos 20:16). Esto se pone de manifiesto por el hecho de que Pablo salió el lunes temprano, después de su reunión con la iglesia; para lo cual se había quedado allí siete días. Esto puede indicar que el culto en el primer día de la semana era una costumbre en Troas; y si esto se hacía en Troas, de seguro, era igual en las otras iglesias que fueron establecidas bajo la dirección de los apóstoles.
  2. Propósito establecido (definido). Lucas dice que ellos se reunieron con el propósito de partir el pan. La iglesia no se reunió para oír predicar a Pablo; estaban acostumbrados a reunirse regularmente para partir el pan (ver Hechos 20:7). Siendo que Pablo estaba ese día en la ciudad, se alegraron de oírle hablar; pero ese no era el principal motivo de su reunión. Los que usan este pasaje para probar el culto semanal, pero niegan la comunión semanal se contradicen. Esta cita da un ejemplo de culto semanal, así como de un ejemplo apostólico de la Cena del Señor semanal. Cualquier intento por desaprobar un ejemplo, desaprobará necesariamente el otro ejemplo.

B. La comunión semanal enseñada por implicación. En 1 Corintios 11:20 Pablo da instrucciones para corregir los abusos que existían en cuanto a la mesa del Señor en Corinto. Les reprocha que abusen de la mesa del Señor, con estas palabras: “Cuando, pues, os reunís vosotros, esto no es comer la cena del Señor”. Su conducta ante la mesa les impedía que comieran la Cena en una manera aceptable. Este pasaje podría implicar que tal conducta les impedía llevar a cabo su propósito principal, por el cual se reunían, que era participar de la Cena del Señor. Si alguien dijera que el equipo, una vez en el campo, no podía jugar debido a la lluvia, cualquiera entenderá que el propósito de su llegada era jugar un partido. Esta misma verdad es obvia en 1 Corintios 11:20.

Esto va de acuerdo también con nuestra proposición; puesto que la iglesia de Corinto se reunía semanalmente para adorar, como se ve en 1 Corintios 16:2. Tal pasaje implicaría que cuantas veces se reunía la iglesia de Corinto, que era cada semana, observaba la Cena del Señor.

C. El argumento del tipo. Cuando Dios dio a Moisés el diseño del tabernáculo, fue más que darle simplemente una tienda en que adorar durante su viaje por el desierto. El tabernáculo era un medio de enseñanza, para preparar a Israel para la venida de Cristo. Generalmente se piensa que el atrio del tabernáculo era una representación del mundo, el lugar santo, un tipo de la iglesia hoy en día y el lugar santísimo, un tipo del cielo.

En el lugar santo, que representaba la iglesia de hoy en día, había tres muebles. El candelero de oro que iluminaba la estancia, era una figura de la palabra de Dios; pues la Palabra da luz y guía el camino del hombre (Salmo 119:105, 130).

El altar de oro donde se quemaba el incienso, representaba adecuadamente las oraciones de los santos, elevadas al trono celestial (Apocalipsis 5:8).

El otro era la mesa de los panes de la proposición, donde cada semana los sacerdotes tenían la obligación de poner doce panes de la proposición, los cuales permanecerían por una semana. Una vez repuestos por nuevos, los panes viejos servirían de alimento para los sacerdotes, como un acto de adoración a Dios. Este término significa literalmente “panes de la presencia”, los cuales eran un recordatorio para Israel de la presencia y las bendiciones de Dios y su cuidado providencial. De seguro que esto encuentra su cumplimiento en la Cena del Señor: el pan y la copa recuerdan al cristiano, de manera vívida, que Cristo está con nosotros, y que por medio de él recibimos todas las bendiciones de Dios. El hecho de que los sacerdotes comían los panes cada semana, apoya la enseñanza de participar de la Cena del Señor cada semana.

D. Testimonio de los “Padres de la Iglesia”. El término “Padres de la Iglesia” o “Padres Apostólicos” se aplica a los líderes de la iglesia, inmediatamente después de los apóstoles. Los escritos de estos hombres no son considerados inspirados, pero dan o presentan un cuadro de la iglesia, tal y como era después del tiempo de los apóstoles. Uno de estos hombres fue Justino Mártir, que escribió por el año 150 d.C. y fue discípulo de Policarpo, quien a su vez, lo fue de Juan, el apóstol. Estando íntimamente relacionado con el apóstol, es de esperarse que sus enseñanzas estén de acuerdo con los apóstoles. Justino hace un relato de la adoración de la iglesia de su tiempo, de esta manera:

Y el día llamado domingo, los que viven en las ciudades y en las afueras se reúnen en un lugar donde leen las memorias de los apóstoles o los escritos de los profetas, tanto como el tiempo lo permita. Entonces, cuando el lector ha cesado de leer, el presidente instruye oralmente y exhorta a la imitación de las buenas cosas; después nos levantamos todos, oramos y, como dijimos antes, terminada nuestra oración, se trae pan, vino y agua; y el presidente ofrece oraciones y acción de gracias, y el pueblo responde, diciendo: amén. Enseguida se distribuye a cada uno y participan de aquello por lo que dieron gracias. A los ausentes se les envía una parte con los diáconos (A. Cleveland Moxe, Los Padres Apostólicos con Justino Mártir y Irenaeus, pp. 185, 186).

Se podría citar a otros padres de la iglesia pero esto es suficiente. Es evidente que la iglesia primitiva tomó la Cena del Señor cada semana, por espacio de 200 años.

Robert Milligan dice: “Durante los primeros doscientos años la práctica de la comunión semanal fue universal, y continuó en la iglesia griega hasta el año 700; de tal manera que el que no la tomara por tres semanas consecutivas, era excomulgado”. (Esquema de la Redención, p. 440)

Fuente: Denver Sizemore, Lecciones de doctrina bíblica, vol. 1 (Joplin, MO: Literatura Alcanzando a Todo el Mundo, 2002), 53–56.

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