«NADIE EN EL CIELO, NI EN LA TIERRA O DEBAJO DE LA TIERRA»

Esa frase la encontramos en varios pasajes de la Biblia. Para entenderla, tomaremos de ejemplo al texto de Apocalipsis 5:3: «Y nadie en el cielo ni en la tierra o debajo de la tierra era capaz de abrir el rollo o de mirar dentro».

El poderoso ángel habló con voz fuerte de modo que todos en toda la creación pudieran oírlo. Nótese el tiempo presente del participio «proclamando» para indicar que siguió llamando a todos a que subieran al trono de Dios. La implicación es que nadie contaminado por el pecado podía acercarse al trono. Sólo los que eran dignos podían llegar. El énfasis en el término digno es significativo, porque en Apocalipsis se utiliza en forma exclusiva para Dios y Jesús (4:11; 5:9, 12). El adjetivo no quiere decir «capaz». Capacidad se refiere a fortaleza y destreza, en tanto que el que es digno está calificado para cumplir una tarea.

En toda la creación, no se puede encontrar a nadie que reúna los requisitos para abrir el rollo y romper los sellos. A propósito, romper los sellos se da antes de abrir el rollo, aunque Juan una y otra vez cambia la secuencia lógica que esperamos.11 En otras palabras, la tarea consiste no sólo en romper los sellos sino en controlar en forma efectiva las consecuencias de dicha acción. El ángel recurre a los que moran en todas las partes de la creación de Dios; en el cielo, en la tierra y debajo de la tierra (véase Éx. 20:4: Fil. 2:10). Desea saber si hay alguna criatura en alguna parte digna de romper los sellos y mirar dentro del rollo, es decir, leerlo. Surge la pregunta de si un arcángel poderoso (Gabriel o Miguel) no hubieran podido responder a la invitación. Pero los ángeles son simples mensajeros que escuchan en obediencia los mandatos de Dios para cumplirlos. Son indignos, porque no pueden redimir a ángeles caídos, y ni siquiera a la humanidad caída.

El teólogo alemán Zacharías Ursinus en 1563 formuló la pregunta, «¿Se puede encontrar en algún lugar una simple criatura capaz de satisfacer por nosotros?» Respondió, «Ninguna, porque, primero, Dios no castigará a ninguna otra criatura por el pecado que el hombre cometió; y, además, ninguna simple criatura puede sobrellevar el peso de la ira eterna de Dios contra el pecado, y librar a otras del mismo».12
Cuando Juan escribe las palabras, «en el cielo o en la tierra o debajo de la tierra», no está ofreciendo una visión pagana de un universo en tres niveles. Más bien, transmite la imagen de la totalidad de la creación de Dios, es decir, todos los ángeles y santos en el cielo; todos los seres humanos en la tierra; y todos los ángeles y personas caídos condenados al castigo final (Fil. 2:10).13

Fuente: Simon J. Kistemaker, Comentario al Nuevo Testamento: Apocalipsis (Grand Rapids, MI: Libros Desafío, 2004), 229–230.

11 P.ej., Ap. 3:3, 17; 10:4, 9; 22:14.

12 Catecismo de Heidelberg, P y R 14.

13 Véase William Hendriksen, Exposition of Philippians, NTC (Grand Rapids: Baker, 1962), p. 115, n. 95.

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