En el folleto distribuido por la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días (nombre oficial de la institución popularmente llamada Iglesia de los Mormones) se llama a Joseph Smith (1805-1844), “un profeta de Dios”.
Allí, se lo ilustra como un hombre elegante y bien vestido, blanco, de cabello castaño claro, ojos azules y semblante altivo.
¿Pero cómo pudo este hijo de un granjero de Vermont crear una nueva iglesia cristiana en el Estados Unidos del siglo XIX? Según expertos, además de la visión que Smith afirmaba tener, contribuyó el contexto estadounidense.
“El mormonismo es un producto típicamente estadounidense, propio del ambiente del país del siglo XIX”, según el historiador, filósofo y teólogo Gerson Leite de Moraes, profesor de la Universidad Presbiteriana Mackenzie, en São Paulo.
“Fue un momento en la que aparecieron varios grupos religiosos, hoy clasificados como sectas. La diferencia es que la iglesia [fundada por Smith] terminó convirtiéndose en una potencia, ahora extendida por todo el mundo”.
Según la última edición del informe estadístico difundido por la propia iglesia, con datos hasta finales de 2022, hay 17 millones de seguidores en todo el planeta. Y Estados Unidos, México y Brasil son los países con mayor número de mormones en el mundo.
Al clasificar el mormonismo como un “producto típicamente estadounidense”, Moraes sostiene que se trata de “una especie de fe compuesta, una religión que engloba tendencias de muchas otras: cristianismo, judaísmo, islam y elementos del paganismo antiguo; una síntesis”.
“Otro elemento importante es su capacidad de metamorfosis. Se fue modificando con el tiempo. Algunas cosas terminaron omitiéndose, cambiando porque no funcionaron bien. A otras se les dio nuevos significados, se reinterpretaron”, comenta el teólogo.
Religiones «corruptas»
La historia comenzó cuando Joseph Smith era un adolescente que rezaba mucho. A los 14 años, según el relato oficial mormón, le preguntó a Dios a qué iglesia debía unirse. Según su propio texto, fueron días “de gran alboroto”, en los que su mente se habría visto “llevada a serias reflexiones y a una gran inquietud”.
“Era un joven de principios del siglo XIX que estudiaba mucho la Biblia y se preocupaba por si vivía como Dios quería que viviera. En la primavera de 1820, rezó en voz alta a Dios para buscar perdón y guía”, comenta el historiador estadounidense Keith Erekson, director de investigación histórica y divulgación de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días.
Se dice que Smith recibió una respuesta. “Se le aparecieron dos seres celestiales: Dios, el padre; y su hijo Jesucristo”, cuenta Erekson. “Jesús le dijo a Joseph Smith que sus pecados le habían sido perdonados, y Joseph supo que más tarde recibiría más información sobre lo que debía hacer”.
Según el relato de Smith, vio «dos personajes cuyo esplendor y gloria desafían toda descripción, flotando en el aire sobre mí». “Uno de ellos me habló, llamándome por mi nombre, y dijo señalando a otro: ‘Éste es mi hijo amado. Escúchalo’.»
Respecto a su pregunta, escribió: “Me dijeron que no me uniera a ninguna de ellas [de las iglesias existentes], ya que todas estaban equivocadas”. Smith habría escuchado de Jesús que todos los credos “eran una abominación” y las religiones eran “corruptas”.
Nueva revelación
Erekson dice que la familia de Smith, donde había once hijos, era religiosa.
“Leían la Biblia con regularidad, escuchaban a los predicadores en varias iglesias y reuniones públicas siempre que era posible”, señala. “La madre de Joseph y tres de sus hermanos se unieron a la Iglesia Presbiteriana. Después de que Joseph organizó la iglesia, todos los miembros de su familia se unieron a ella”.
Cuando se difundió la historia de la visión de Smith, él se sintió víctima de persecución y prejuicios, especialmente por parte de aquellos que asistían a otras iglesias. Según su propio texto, fue tres años después, en septiembre de 1823, cuando tuvo otra revelación. Esta vez vería un ángel llamado Moroni.
“Me dijo que había un libro escondido, escrito en planchas de oro, que contenía un relato de los antiguos habitantes de este continente, así como su origen y procedencia”, dijo Smith. “También dijo que el libro contenía la plenitud del evangelio eterno, tal como lo entregó el salvador a los antiguos habitantes”.
Junto a los libros debería encontrar, como le dijo el ángel, dos piedras en anillos de plata. «La posesión y el uso de estas piedras era lo que constituía a los ‘videntes’ en la antigüedad», escribió. “Y que Dios los había preparado para usarlos en la traducción del libro”.
Smith también dijo que no debería mostrar estas planchas de oro a nadie.
El ángel habría regresado anualmente, durante cuatro años, para darle más instrucciones al joven. Sólo entonces Smith habría encontrado el libro, en una montaña cercana al pueblo de Manchester, en el estado de Nueva York.
“En el lado oeste de este cerro, no lejos de la cumbre, bajo una piedra de tamaño considerable, estaban las planchas, depositadas en una caja de piedra”, relató.
El libro sagrado
Era el Libro de Mormón, llamado así porque fue compilado por un antiguo profeta llamado Mormón. De ahí el apodo con el que se acabó conociendo popularmente a los seguidores de la religión. Smith fue responsable de traducir el libro al inglés; según él, los textos estaban en un idioma desconocido, al que llamó egipcio reformado.
“El libro cuenta la historia de un grupo de colonos de Medio Oriente que llegaron a la antigua América 600 años antes del nacimiento de Cristo”, resume Erekson. “Después de su resurrección, Jesús se apareció ante estas personas en las Américas y el libro describe su ministerio en el hemisferio occidental”.
Los supuestos originales del libro no se han conservado. Según el relato de Smith, después de completar la traducción, las planchas fueron devueltas a un ser celestial.
Para los seguidores de la iglesia, este libro se considera una especie de “tercer testamento”, que actualiza el Antiguo y el Nuevo Testamento de la Biblia. “Adquiere un aire de autoridad, como una gran revelación que complementa y actualiza lo que la ‘vieja Biblia’ anunciaba o señalaba de manera que, para ellos, ya está bastante desactualizada”, explica Moraes.
“En la práctica, para ellos el Libro de Mormón es un documento superior a la Biblia”.
El historiador y teólogo Vinicius Couto, doctor en ciencias religiosas de la Universidad Metodista de São Paulo, presbítero de la Iglesia del Nazareno y profesor del Seminario Teológico Nazareno de Brasil y del Seminario Bautista Libre, coincide.
“Existe la idea de que es una especie de continuación de los otros dos testamentos”, afirma. “Consideran que la Biblia cristiana, el Antiguo y el Nuevo Testamento, son libros importantes para su fe. Pero entienden que el Libro de Mormón es el más actualizado y el más apropiado”.
“Cuando una creencia mormona choca con la Biblia de un cristiano, dirán que la Biblia pasa a un segundo plano. Para ellos, la traducción del Libro de Mormón es más moderna, actualizada e inequívoca”, señala.
Ni vino ni café
Un ejemplo sencillo de esta modernización tiene que ver con el consumo de bebidas alcohólicas. ¿Cómo justifican la prohibición total del consumo de alcohol si el propio Jesús, según los relatos bíblicos, bebía vino y habría celebrado su última comida con pan y vino?
“Tenemos que pensar en nuestro tiempo. Hoy sabemos que eso es perjudicial”, responde un integrante de la iglesia mormona.
Lo mismo ocurre con el café. “Se condena el uso de vino, bebidas fuertes, tabaco y bebidas calientes”, escribió Smith en la revelación que dijo recibir el 27 de febrero de 1833. Según la interpretación mormona, el café estaría incluido en esta definición.
«Esta revelación anima a las personas a cuidar sus cuerpos físicos para que puedan estar sanos y recibir recompensas espirituales como la sabiduría y el conocimiento», explica Erekson.
“Por eso, la revelación identifica algunos comportamientos que contribuyen a la salud, como comer frutas y cereales. Y cita varios alimentos que causan daño, como el alcohol, el tabaco y las ‘bebidas calientes’, un término que los miembros de la iglesia desde la década de 1840 han identificado como café y té negro”.
Poligamia
Sin embargo, la costumbre más polémica ligada a este grupo religioso es la defensa de la poligamia, aunque esta prácica, adoptada en el pasado, ya no es tolerada por la iglesia (según una publicación en su sitio oficial, desde 1904 los “matrimonios plurales” son “castigados con la excomunión”).
Los biógrafos afirman que Joseph Smith tuvo casi 40 mujeres.
“Entre los años 1852 y 1890, los Santos de los Últimos Días practicaron abiertamente el matrimonio plural. La mayoría de ellos vivía en Utah. Hombres y mujeres que vivieron el matrimonio plural reconocieron los desafíos y dificultades, pero también el amor y la alegría encontrados en sus familias”, afirma el texto oficial de la iglesia.
“Creían que era un mandamiento de Dios y que la obediencia traería grandes bendiciones para ellos y su posteridad. Los líderes de la iglesia han enseñado que los participantes en matrimonios plurales deben buscar desarrollar un espíritu generoso de altruismo y el amor puro de Cristo entre todos los involucrados”.
Erekson señala que es un error que “muchas personas asuman que la poligamia es la característica principal de la iglesia”.
“Durante los últimos años de su vida, Joseph Smith presentó a un pequeño grupo de personas cercanas a él el mandamiento que había recibido de Dios de comenzar la práctica de casar a un hombre con más de una mujer”, contextualiza.
“Notó que varios profetas de la Biblia habían seguido esta costumbre, incluidos Moisés, Abraham y Jacob o Israel. Después de su muerte, la práctica fue anunciada públicamente y aplicada durante unos 50 años, pero la celebración de un matrimonio plural está prohibida desde 1904”.
La idea tenía razones sociohistóricas para ese contexto. Querían aumentar el número de niños para poblar la nueva tierra. Y había una población mucho mayor de mujeres en comparación con la de hombres.
La poligamia, sin embargo, se convirtió en una piedra en el zapato para los miembros de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, especialmente después de 1862, cuando el Congreso estadounidense aprobó leyes en su contra.
A partir de la década de 1880, los maridos y esposas polígamos comenzaron a ser procesados.
Como la legislación preveía la confiscación de propiedades, los funcionarios del gobierno amenazaron con apoderarse de los templos de estas personas religiosas. A partir de 1890, comenzó un movimiento en la cúpula de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días para abolir la práctica, que se concretó en 1904.
Intolerancia religiosa
Volvamos al proyecto de Smith. En 1830, diez años después de su primera visión, nació la nueva denominación cristiana.
“Joseph Smith fue guiado por Dios para establecer una iglesia que ahora se conoce como La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días”, dice Erekson.
Para entonces, Smith ya se había casado con su primera esposa, Emma Hale Smith, y vivía con ella en la ciudad de Harmony —ahora Oakland—, Pensilvania. Sin embargo, desde el principio la iglesia sufrió persecución. Y Smith, como su fundador, acabó siendo el principal objetivo.
Fue detenido más de una vez, acusado de promover el desorden. Esto le obligó a cambiar de ciudad varias veces. Siempre bautizando nuevos seguidores y creando nuevos núcleos para su iglesia.
El 25 de junio de 1844, Smith fue juzgado, acusado de incitar a un motín. Una vez más sería arrestado. Dos días después, una turba armada irrumpió en la cárcel de Cartago donde se encontraba detenido. Smith intentó escapar saltando por una ventana, pero terminó baleado durante la caída y fusilado por un escuadrón cuando cayó al suelo.
Su muerte hizo que la prensa local lo retratara como un fanático religioso. Pero la comunidad mormona llegó a verlo como un mártir, y esto impulsaría el crecimiento de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días.
“Hay mucha controversia con respecto a esto [la fundación de la iglesia], toda esta historia que involucra el hecho de que nadie puede ver el libro original… Pero Smith es un hombre que vivió una experiencia religiosa muy fuerte y creó esta nueva iglesia”, resume Moraes. “Y mucha gente terminó sumándose, comprando el discurso, a pesar de las inconsistencias”.
El liderazgo de la iglesia pasó entonces a manos de Brigham Young, quien condujo a los mormones a través de una verdadera migración hacia el oeste estadounidense.
Finalmente, los miembros de la iglesia fundaron Salt Lake City y se establecieron en el estado de Utah, donde aún hoy se encuentra la mayoría de los seguidores y la sede principal de la institución.
“Curiosamente, en todo este proceso hay una narrativa que facilita la construcción de la identidad del pueblo: un pueblo perseguido por practicar su fe, un grupo conducido a una nueva tierra”, explica Moraes y añade: “Y se comportan como grandes pioneros: son fieles, trabajadores, dan el diezmo. La prosperidad apareció de manera fuerte y trajo la convicción de que estaban del lado del bien, haciendo lo correcto y contando con la aprobación de Dios”.
FUENTE: Edison Veiga, BBC News Brasil