El asunto del canon tiene que ver con la cuestión de cuántos libros pertencen a la Biblia. El canon, pues, se refiere a una lista autorizada de los libros de la Biblia. Por supuesto, los libros individuales fueron escritos sobre un gran período de tiempo por varios escritores. ¿Cómo, pues, se coleccionaron, y quién decidió cuáles compondrían el canon de la Escritura?

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I. Algunas Consideraciones Básicas

A. El significado de la palabra canon

1. Su derivación. La palabra viene del vocablo griego kanon el cual se refiere a un instrumento de medir. Por consiguiente, adquirió el significado de una regla de acción (Gálatas 6:16; Filipenses 3:16).

2. La historia del uso de la palabra. En la iglesia primitiva la palabra“canon” se usaba con referencia a los credos. A mediado del siglo cuarto llegó a emplearse en relación con la Biblia; i.e., la lista de los libros aceptados reconocidos como pertenecientes a la Biblia.

3. Su significado. En realidad, la palabra “canon” tiene doble significación. Se refiere a la lista de los libros que cumplieron con los requisitos de ciertas pruebas o reglas y así se consideraron autoritativos y canónicos. Pero también significa que la colección de libros canónicos constituyen la regla de nuestra vida.

B. Algunas consideraciones en la investigación de la canonicidad.

1. Autoautenticación. Es esencial recordar que la Biblia se autentica a sí misma, puesto que sus libros fueron aspirados por Dios (2 Timoteo 3:16). En otras palabras, los libros eran canónicos en el momento que fueron escritos. No fue necesario esperar hasta que los varios concilios pudiesen examinar los libros para determinar si eran aceptables o no. Las personas y los concilios solamente reconocieron y declararon lo que es verdadero por la inspiración intrínseca de los libros tal como fueron escritos. Ningún libro de la Biblia fue hecho canónico por la acción de algún concilio de la iglesia.

2. Las decisiones de los hombres. Sin embargo, los hombres y los concilios sí tuvieron que considerar cuáles libros debían ser reconocidos como parte del canon, porque había algunos candidatos que no eran inspirados. Se tuvieron que hacer algunas decisiones y elecciones, y Dios guió a grupos de personas a hacer las decisiones correctas (no sin algunas pautas) y a coleccionar los varios escritos en los cánones del Antiguo y del Nuevo Testamentos.

3. Debates sobre la canonicidad. En el proceso de decidir y coleccionar, era de esperarse que surgieran varias disputas en cuanto a alguno de los libros. Y así fue. Sin embargo, estos debates no disminuyen la autenticidad de los libros genuinamente canónicos, ni tampoco le conceden autoridad a aquellos que no fueron inspirados por Dios.

4. La conclusión del canon. Desde 397 A. D. la iglesia ha considerado que el canon de la Biblia está completo y, si está completo, entonces tiene que estar cerrado. Por lo tanto, no podemos esperar que se descubran o se escriban algunos otros libros que abrirían el canon de nuevo para sumarse a los sesenta y seis libros. Aun si se descubriera una carta de Pablo, no sería canónica. Después de todo, Pablo debió de haber escrito muchas cartas durante su vida además de las que están en el Nuevo Testamento; aun así, la iglesia no las incluyó en el canon. No todo lo que escribía un apóstol era inspirado, porque no era el escritor el inspirado sino sus escritos, y no necesariamente todos ellos.

Los libros más recientes que las sectas ponen a la par de la Biblia no son inspirados ni tiene razón alguna de ser parte del canon de la Escritura. Por cierto, las supuestas declaraciones proféticas o visiones que algunos alegan que provienen de Dios hoy en día, no pueden ser inspiradas y consideradas como parte de la revelación de Dios investidas de alguna autoridad como la de los libros canónicos.

II. El Canon del Antiguo Testamento

A. La evidencia del mismo Antiguo Testamento

1. De la Ley. El Antiguo Testamento contiene varias referencias a la ley de Moisés como autoritativa. Estas son algunas de las citas: Josué 1:7–8; 23:6; 1 Reyes 2:3; 2 Reyes 14:6; 21:8; 23:35; Esdras 6:18; Nehemías 13:1; Daniel 9:11; Malaquías 4:4. Tales referencias le dan validez a la naturaleza inspirada de los escritos de Moisés en los primeros cinco libros del Antiguo Testamento, donde él dejó escrita la Ley.

2. De los profetas. Los profetas afirmaron que hablaban la Palabra de Dios, y sus profecías se reconocieron como autoritativas. Note estas referencias: Josué 6:26 comparada con 1 Reyes 16:34; Josué 24:29–33 comparada con Jueces 2:8–9; 2 Crónicas 36:22–23 comparada con Esdras 1:1–4; Daniel 9:2 comparada con Jeremías 25:11–12.

3. De Malaquías 4:5. En Malaquías 4:5 hay indicación de que el testimonio profético terminaría con Malaquías y no comenzaría de nuevo hasta la llegada de un profeta como Elías en la persona de Juan el Bautista (Mateo 17:11–12).

B. La evidencia de los manuscritos del mar Muerto

1. Su importancia. Los rollos nos indican cuáles libros del Antiguo Testamento fueron reconocidos como sagrados en el período entre el Antiguo Testamento y el Nuevo.

2. El número de ellos. Más o menos 175 de los 500 rollos del mar Muerto son bíblicos. Hay varias copias de muchos de los libros del Antiguo Testamento, y todos los libros del Antiguo Testamento están representados entre los rollos, excepto Ester.

3. Su testimonio. El mero hecho de que aparezcan libros bíblicos entre los rollos no prueba su canonicidad, puesto que algunos de los libros no canónicos también estan presentes. Sin embargo, muchos de los rollos del mar Muerto son comentarios, y hasta ahora todos los comentarios tratan solamente de los libros canónicos. Esto parece demostrar que se reconocía la distinción entre los libros canónicos y los que no lo eran. También, veinte de los treinta y nueve libros del Antiguo Testamento se citan o se hace referencia a ellos como Escritura. En resumen, los rollos aportan evidencia positiva de la canonicidad de todos los libros del Antiguo Testamento, excepto Crónicas, Ester, y Cantar de los Cantares.

C. Otra evidencia

1. El prólogo a Eclesiástico. Este libro no canónico hace referencia a una división tripartita de los libros (a saber, la Ley, los Profetas, e himnos y preceptos para la conducta humana) la cual conocía el abuelo del autor (lo cual sería alrededor del 200 A.C.).

2. Filón. Filón (alrededor de 40 A.D.) hizo referencia a la misma división tripartita.

3. Josefo. Josefo (37–100 A.D.) dijo que los judíos consideraban solamente los veintidós libros como sagrados (que equivalen precisamente a los mismos treinta y nueve libros del Antiguo Testamento que tenemos hoy).

4. Jamnia. Jamnia (90 A.D.) era una casa de enseñanza de rabinos que discutieron la canonicidad. Algunos cuestionaron si se debían aceptar (como se estaba haciendo) Ester, Eclesiastés, y Cantar de los Cantares. Estas discusiones tenían que ver con un canon ya existente.

5. Los padres de la iglesia. Los padres de la iglesia aceptaron los treinta y nueve libros del Antiguo Testamento. La única excepción fue Agustín (400 A.D.), quien incluyó los libros apócrifos (esos libros “extra” que algunas Biblias incluyen entre los libros del Antiguo y el Nuevo Testamentos). Sin embargo, él reconoció que éstos no eran totalmente autoritativos. Los libros apócrifos no se reconocieron oficialmente como parte del canon hasta el Concilio de Trento (1546 A.D.), y entonces sólo por la Iglesia Católica Romana.

D. La evidencia del Nuevo Testamento

1. Las citas del Antiguo Testamento en el Nuevo. Hay unas 250 citas de libros del Antiguo Testamento en el Nuevo Testamento. Ninguna proviene de los libros apócrifos. Todos los libros del Antiguo Testamento se citan excepto Ester, Eclesiastés, y Cantar de los Cantares.

2. Mateo 5:17. El Señor aquí dijo que la Ley y los Profetas eran autoritativos porque con toda seguridad se iban a cumplir. Esta doble división abarca todo el Antiguo Testamento.

3. Lucas 11:51. Aquí el Señor afirmó algo definitivo tocante a la extensión del canon del Antiguo Testamento que El aceptaba. Al condenar a los líderes del pueblo judío por matar a los mensajeros de Dios a través de su historia, El los acusó de ser culpables de derramar la sangre de todos los justos desde Abel hasta Zacarías. Ahora bien, el homicidio de Abel se narra en Génesis 4, y el de Zacarías en 2 Crónicas 24, que fue el último libro en el arreglo del canon hebreo (como Malaquías lo es en nuestro arreglo). Así que el Señor estaba diciendo: “Desde el primer homicidio registrado en el Antiguo Testamento hasta el último”. Ahora bien, por supuesto que hubo otros homicidios de mensajeros de Dios que se relatan en los libros apócrifos, pero el Señor no los tomó en cuenta. Evidentemente El no consideraba que los apócrifos tuviesen igual autoridad que los libros de Génesis a 2 Crónicas.

III. El Canon del Nuevo Testamento

A. Las pruebas de la canonicidad

1. La prueba de la autoridad. Con relación a los libros del Antiguo Testamento, esto significaba que tuvieran el respaldo de la autoridad de un legislador, un profeta o un líder de Israel. En cuanto a los libros del Nuevo Testamento, esto significaba que la autoridad de un apóstol respaldara los libros que fueron aceptados en el canon. Esto significaba que el libro tenía que ser escrito o respaldado por un apóstol para que de alguna manera contara con la autoridad apostólica. Por ejemplo se consideró a Pedro como el apóstol que respaldó los escritos de Marcos, y a Pablo como el que respaldó los de Lucas.

2. La prueba de la singularidad. Para ser incluido en el canon un libro tenía que mostrar evidencia de su singularidad como prueba de su inspiración.

3. La prueba de su aceptación por las iglesias. A medida que los libros circulaban tenían que ser aceptados por las iglesias. En realidad, ningún libro que fue cuestionado por un gran número de iglesias llegó finalmente a ser admitido en el canon.

B. El proceso de reconocimiento del canon del Nuevo Testamento

Recuerde que los libros fueron inspirados cuando fueron escritos, y por lo tanto canónicos. La iglesia solamente prestó testimonio a lo que ya era inherentemente genuino.

1. El testimonio del período apostólico. Los escritores reconocieron que sus propios escritos eran la Palabra de Dios (Colosenses 4:16; 1 Tesalonicenses 4:15). Ellos también reconocieron que los escritos de otros libros del Nuevo Testamento eran Escritura. Ahora bien, “Escritura” era una designación en el judaísmo para los libros canónicos, así que cuando se le aplicaba en el Nuevo Testamento a otros escritos del Nuevo Testamento, se les designaba como canónicos. Y así ocurre en dos lugares significativos.

Uno es 1 Timoteo 5:18, donde la cita de Deuteronomio 25:4 se asocia con la de Lucas 10:7, y a ambas se les llama Escritura. Por cierto, el sentido de Lucas 10:7 se encuentra en el Antiguo Testamento, pero la forma de la cita se halla solamente en los Evangelios. El otro es 2 Pedro 3:16, donde Pedro se refiere a los escritos de Pablo como Escritura. Esta es una atestiguación significativa a causa del lapso relativamente corto que transcurrió entre el tiempo en que Pablo escribió algunas de sus cartas y la fecha en que Pedro las reconoció como Escritura.

2. El testimonio del período desde 70–170 A.D. Durante este período todos los libros del Nuevo Testamento fueron citados en otros escritos de la época, y los padres de la iglesia reconocieron como canónicos los veintisiete libros. Por supuesto, cada uno de ellos no citó los veintisiete. Adicionalmente, Marcio, un hereje (140), incluyó en su canon solamente a Lucas y diez de las epístolas de Pablo; lo cual demuestra, a lo menos, que a esta fecha tan temprana, ya se estaban coleccionando los escritos de Pablo.

3. El testimonio del período 170–350 A.D. Tres evidencias importantes surgen de este período. Primero, el canon Muratorio (170) omitió a Hebreos, Santiago, y 1 y 2 Pedro. Pero hay una ruptura en el manuscrito y, por lo tanto, no podemos estar seguros de que estos libros no fueran incluidos. Este canon también rechaza algunos libros como el Pastor de Hermas, que no llegó a ser parte del canon.

En segundo lugar, a la versión antigua siriaca (a finales del segundo siglo) le faltaban 2 Pedro, 2 y 3 Juan, Judas, y Apocalipsis. Pero ningún libro adicional se agregó para traer el total a veintisiete.

En tercer lugar, a la versión antigua latina (200) te faltaban 2 Pedro, Santiago, y Hebreos, pero no agregó libros adicionales. Así que los libros candidatos que no eran aptos para ser incluidos en el canon, fueron rechazados durante este período; la mayoría de los libros del Nuevo Testamento estaban recibidos; y solamente pocos eran debatidos.

4. El Concilio de Cartago (397). Generalmente, se acepta que este concilio de la iglesia fijó los límites de canon del Nuevo Testamento con los veintisiete libros como los tenemos hoy.

5. Una nota sobre la opinión de Lutero acerca del libro de Santiago. Algunas veces se alega que Martin Lutero rechazó el libro de Santiago por no considerarlo canónico. Esto no es cierto. Cito aquí lo que el escribió en su prefacio al Nuevo Testamento, en el cual él le atribuye a varios libros del Nuevo Testamento diferentes grados de valor doctrinal: “El Evangelio de San Juan y su primera Epístola, las epístolas de San Pablo, especialmente Romanos, Gálatas, Efesios, y la Epístola de San Pedro —estos son los libros que le enseñan a usted de Cristo, y enseñan todo lo que es necesario y bendito que usted sepa, aun si usted nunca viera u oyera ningún otro libro de doctrina. Por lo tanto, la epístola de Santiago es una perfecta epístola de paja comparada con ellas, porque no tiene en sí nada de sustancia evangélica”. Así que Lutero estaba comparando (en su opinión) el valor doctrinal, no la validez canónica.

 

FUENTE: Charles Caldwell Ryrie, Teologı́a Básica (Miami: Editorial Unilit, 2003), 118–124.

 

 

por poder1844

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