Símbolos
En la tarde del 20 de enero de 1981, el pueblo norteamericano recibió la noticia de que los 52 rehenes detenidos en Irán, ya estaban en camino hacia su libertad. Cuando llegaron a los Estados Unidos fueron recibidos con una exhibición de gozo sin precedente de parte de la nación entera. Por todos lados se podían ver listones amarillos atados a los árboles y postes, y fijados sobre las fachadas de muchos edificios; simbolizaban la bienvenida después de 444 días de prisión. Dijo un locutor de la televisión: “¡No sabía que hubiera tanto listón amarillo en el mundo!”
El simbolismo del listón amarillo era tomado de varias canciones populares, especialmente de la intitulada: “Tie a Yellow Ribbon Round the Old Oak Tree” (Ata un listón amarillo al viejo roble).
Curiosamente, el color amarillo había tomado un nuevo significado para el público estadounidense. Según la tradición, era símbolo de la cobardía. Pero ahora, provisionalmente, significaba: “¡Bienvenidos a casa, rehenes!” Este cambio de significado ilustra una de las características notables de los símbolos: que su significado puede cambiar en contextos diferentes.
El símbolo puede definirse como cualquiera cosa real y visible, que representa algo invisible. La cosa invisible puede ser una idea, una cualidad, o una realidad espiritual, según la relación entre las dos cosas.
Los símbolos pueden ser objetos, sustancias, colores, números, y su significado depende de la intención de su autor cuando los emplea. Como sugiere Mickelsen,1 para entender el significado del autor, será necesario determinarlo por medio de un estudio inductivo; es decir, por el examen cuidadoso de cada caso. En la Biblia es necesario examinar el uso de algún símbolo en sus varios contextos antes de afirmar que tiene cierto valor fijo o permanente.
Muchos símbolos han llegado a tener algún valor permanente, aunque es contrario a su naturaleza tener ningún valor fijo. En nuestro medio el rojo y el verde, la luz y la oscuridad, el oro y la plata, casi siempre representan ideas fijas. Pero también es común encontrar símbolos cuyo significado no es solamente variado, sino completamente opuesto en otros contextos. Esto es especialmente notable en la Biblia.
Por ejemplo, el león puede simbolizar fuerza o realeza, y las dos ideas no se contradicen; pero también puede representar lo temible y malo. En Apocalipsis 5:5 Cristo es llamado “el León de la tribu de Judá”. Pero en 1 Pedro 5:8 el diablo es comparado con el león: “vuestro adversario el diablo, como león rugiente …” Luego en Daniel 7:4 el león simboliza el primer gran reino mundial bajo Nabucodonosor.
El agua simboliza muchas cosas en la Biblia. En 2 Crónicas 18:26 representa la angustia. Pero en Juan 2 se entiende como el símbolo de lo que es común o usual en la vida. En Efesios 5:26 el agua representa la palabra de Dios: “habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra”. En Juan 7:38 el agua significa el Espíritu de Dios (v. 39). En Mateo 27:24 significa el lavamiento o la limpieza. En Jonás 2:5, 6 el agua representa el sepulcro. En Apocalipsis 22:1 representa la vida eterna.
Comúnmente pensamos del cordero como símbolo de Jesús crucificado por el pecado; en Juan 1:29 es “el Cordero de Dios.” Pero también el cordero representa el niño o el recién convertido (Juan 21:15).
Con frecuencia la levadura es símbolo de la maldad, la hipocresía o la corrupción (1 Co. 5:7), pero no siempre. En Mateo 13:33 el extendimiento del reino de Dios es comparado con la actividad de la levadura. En sí, la levadura no es cosa mala; era aceptable delante de Dios en la ofrenda de las primicias (Lv. 2:11, 12). En este caso la levadura no puede representar la maldad sino el gozo y la abundancia en la vida del creyente.
En algunos casos los pájaros representan a Satanás, como en Mateo 13:4, 19. En Apocalipsis 18:2 representan las abominaciones. Pero en Salmo 124:7 simbolizan el alma temerosa. En Cantares 2:12 representan la primavera, y en Isaías 31:5, la protección.
Casi siempre el aceite se entiende como símbolo del Espíritu Santo. Este simbolismo está basado en el uso del aceite para ungir a los reyes hebreos. En el Nuevo Testamento (1 Jn. 2:20) el don del Espíritu Santo es llamado una “unción”, una metonimia por el aceite usado en las ceremonias del Antiguo Pacto. En otros textos el aceite se usa como símbolo de la medicina (Is. 1:6; cf. Lc. 10:34; Stg. 5:14). También se usa para representar la alegría (He. 1:9; Is. 61:3), y en Ap. 6:6 y Jl. 2:24, representa el alimento.
Debe ser muy evidente que es un error decir que los símbolos siempre representan la misma cosa en la Biblia.
Interpretación de los símbolos
Para interpretar los símbolos, se debe tener presente que su significado depende de la semejanza entre sí y la cosa que representan. Pero esta semejanza es siempre sencilla y no múltiple; se parecen los símbolos y lo que representan en algún punto principal y no en varios puntos. No se deben buscar otros puntos de semejanza, sino limitar su significado a lo que es más evidente. Esta semejanza es la que le da al símbolo su verdadero valor.
Cuando, por ejemplo, el agua simboliza la palabra de Dios, es porque las dos cosas lavan, y no porque son claras, refrescantes, baratas o saludables. Cuando es justo entender el aceite como símbolo del Espíritu Santo, será porque con las dos cosas el individuo es ungido. No es lícito buscar otros puntos de semejanza. El aceite no simboliza el Espíritu porque da luz cuando arde, ni porque sirve para suavizar las heridas, ni porque se extrae de la fruta sólo cuando se exprime. Este manejo de los símbolos es equivocado.
Los símbolos comparados con los tipos
Hay una estrecha relación entre los tipos y los símbolos: los dos son señas visibles de algo invisible. Pero difieren en los puntos siguientes.
1. El tipo es complejo, siendo compuesto de varios detalles significativos, mientras que el símbolo representa una sola cosa.
2. El tipo siempre es profético, mientras que el símbolo no está sujeto a las limitaciones del tiempo.
3. El tipo se encuentra únicamente en la Biblia, mientras que el símbolo es común en toda literatura e idioma.
Comúnmente los tipos contienen símbolos; pero éstos sólo ayudan a presentar el cuadro complejo contenido en el tipo. En sí, los símbolos no participan del carácter profético del tipo.
Por ejemplo, el tipo que hay en el levantamiento de la serpiente de bronce en el desierto, contiene varios símbolos: la serpiente representa el pecado; el latón o bronce representa el juicio; juntos, representan el juicio de Dios sobre el pecado. El evento entero se llama un tipo y profetiza la muerte de Cristo, y el evangelio. Pero los símbolos representan algunas realidades que son libres del elemento temporal, muy aparte de su presencia en el evento típico.
Números simbólicos
Con frecuencia los números que encontramos en la Biblia tienen valor simbólico. Este valor es tan marcado en la Biblia que muchos quieren dar algún valor simbólico a todos los números, y buscan significado místico por medio de un análisis sutil de ellos. Es preciso observar mucha precaución en este asunto.
Según la Enciclopedia Judaica Castellana el valor de los números es como sigue:
Uno es nuestro Dios que está en el cielo y en la tierra. Dos son las Tablas de la Ley. Tres son los patriarcas (Abraham, Isaac y Jacob). Cuatro son las madres de Israel (Sara, Rebeca, Raquel y Lea). Cinco son los libros de la Torá. Seis son los tratados de la Mishná. Siete son los días de la semana. Ocho son los días del tiempo para la circuncisión. Nueve son los meses de gestación. Diez son los mandamientos. Once son las estrellas (que vio José en su sueño). Doce son las tribus de Israel. Trece son los atributos divinos.
Según los estudios de Ray Summers,2 los escritos apocalípticos daban mucha importancia a la numerología. Dice que en ellos:
El número 1 representaba la unidad; 2, la fortaleza—dos personas son más fuertes que una. El número 3 simbolizaba la deidad; 4 era el número cósmico o del orden natural. La suma de 3 y 4 es 7—lo completo, una combinación de la deidad y la naturaleza o todo lo que existe. Al mutiplicar 4 por 3, tenemos 12; los judíos consideraban este número como símbolo de la religión organizada (observe las doce tribus de Israel). Cualquier múltiplo 7 ó 8 correspondía al número original. Al dividir 7 entre 2, 3 1/2 simbolizaba lo incompleto. Frases como “tiempo, tiempos y medio tiempo” y “cuarenta y dos meses” expresan un tiempo corto aunque indefinido. Ya que al 6 le faltaba 1 para llegar a 7, sugería la maldad, es decir, menos de la perfección. Igualmente 8 pasa del 7 y representa la infinidad.3
En todo esto podemos ver el juicio subjetivo de los intérpretes, tanto los lectores judíos como los escritores de los libros apocalípticos. Pero a pesar de las opiniones diferentes, podemos estar seguros del valor simbólico de algunos números:
Tres: Usualmente representa a Dios, lo divino, y a veces lo que falsamente representa lo divino.
Siete: Casi sin excepción representa la perfección o lo completo.
Diez: Semejante al número siete; aunque hay casos donde los dos números aparecen en el mismo contexto para distinguirlos en algo (Gn. 31:7).
Doce: Este número recuerda los doce patriarcas, las doce tribus de Israel y los doce apóstoles. Es dudoso que su valor simbólico dependa de la multiplicación de los números tres y cuatro.
Cuarenta: Símbolo de probación, como los cuarenta años en el desierto, los cuarenta días que Moisés estuvo con Dios en el monte Sinaí, y los cuarenta días que el Señor pasó en el desierto, tentado por el diablo.
Ciento cuarenta y cuatro: Evidentemente el cuadrado de doce; pero el simbolismo no es nada claro.
Mil, diez mil: Números redondos que con la mayor frecuencia significan cantidades grandes pero indefinidas. El número diez mil en el griego es muriás = miríada; es decir, un número muy grande.
Fuente: Tomás de la Fuente, Claves de Interpretación Biblica – Edición Actualizada (El Paso, Texas: Casa Bautista de Publicaciones, 1985), 88–91.