La apóstrofe
Cuando algunas palabras son dirigidas a una persona ausente o muerta, o a algún objeto sin vida, o a una idea abstracta como si tuvieran vida o pudieran oírlas, tal expresión se llama una apóstrofe.
En 2 Samuel 18:33 David exclama a su hijo muerto: “¡Hijo mío Absalón, hijo mío, hijo mío Absalón! ¡Quién me diera que muriera yo en lugar de ti, Absalón, hijo mío, hijo mío!” David no se imaginaba que Absalón le pudiera oír. Pero emocionado, le habló como si estuviera presente y oyendo.
En Mateo 23:37 nuestro Señor levantó la voz para lamentar la desobediencia de la ciudad capital: “¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas, y apedreas a los que te son enviados!” En una apóstrofe, habla a la ciudad—más bien, a sus habitantes, aunque no estaban presentes para oír sus palabras.
El estudiante encontrará apóstrofes en 1 Corintios 15:55; Apocalipsis 6:16; Cantares 4:16; Isaías 1:2; 52:9. Medite sobre Marcos 4:39. ¿Contiene o no, una apóstrofe?
La personificación
La personificación existe cuando características personales se atribuyen a los animales, las plantas o las cosas sin vida. Esta figura se conoce también con el nombre de prosopopeya.
En Isaías 55:12 dice el profeta: “Los montes y los collados levantarán canción.” Es claro que las cosas inanimadas nunca podrían cantar, a menos de suponer un milagro grotesco e innecesario. No hay duda de que la referencia es a aquello que ha de suceder en el corazón de los redimidos en el reino de Dios. Este sentido está de acuerdo con la primera parte del versículo, donde declara: “Porque con alegría saldréis, y con paz seréis vueltos.” Las palabras que siguen, diciendo que “los montes y los collados levantarán canción”, deben entenderse como el complemento poético de lo anterior, en que la alegría del hijo de Dios se atribuye a la naturaleza misma.
En Proverbios 1:20–23 la sabiduría es personificada. Dice Salomón: “La sabiduría clama en las calles, alza su voz en las plazas.” En los vv. 24–33 sigue hablando, aunque se puede entender que Dios es el que habla. Pero por lo que afirma en el v. 20, todo el pasaje se debe clasificar como una personificación. Otra vez en Proverbios 8:1–4 ocurre la misma figura.
Otros ejemplos se pueden observar en Isaías 14:8; 35:1, 2; y 44:23. En este último caso, hay una apóstrofe también.
El eufemismo
Esta figura consiste en expresar con suavidad o decoro, una idea que bien podría ofender a los lectores u oyentes. En lugar de decir “orinar” o “defecar”, el escritor moderno prefiere decir algo como “hacer las necesidades”, “ir al baño”, o “al monte”. Estos son eufemismos modernos.
En Deuteronomio 23:13 leemos la expresión: “cuando estuvieres allí fuera” en lugar de lo que dice en el hebreo: “cuando te sientes”. Las dos expresiones son eufemismos para evitar el uso de la palabra “defecar”.
En 1 Reyes 18:27, Elías se burla de los seguidores de Baal, diciendo, según la Versión Antigua, “quizá … tiene algún empeño” y según la Revisada, “tiene algún trabajo”. Pero la expresión es un eufemismo por no decir que estaba defecando.
El acto sexual, la cohabitación, se expresa de varias maneras en la Biblia. En Génesis 49:4 Jacob se refiere al pecado que cometió su hijo Rubén, diciendo: “subiste al lecho de tu padre; entonces te envileciste, subiendo a mi estrado”. Pero en la Versión Popular habla más claramente: “deshonraste mi cama al acostarte con mi concubina”. Aun así, las dos expresiones son eufemismos.
En Génesis 4:1 leemos que “conoció Adán a su mujer Eva”, en lugar de decir que tuvo relaciones sexuales con ella. La misma palabra se usa en Génesis 19:5 para hablar de relaciones homosexuales, En Génesis 39:7 la mujer de Potifar le dice a José: “Duerme conmigo”, aunque en la Versión Popular le dice: “Acuéstate conmigo.” Otra vez, las dos expresiones son eufemismos.
El eufemismo más delicado se encuentra en Proverbios 5:18, 19. Salomón le dice el lector: “Alégrate con la mujer de tu juventud … sus caricias te satisfagan en todo tiempo, y en su amor recréate siempre.” Luego en el v. 20, se refiere a las relaciones ilícitas usando la expresión: “¿por qué … abrazarás el seno de la extraña?”
El estudiante puede ver qué expresión usan los discípulos en su oración, por no usar la palabra “infierno” (Hch. 1:25). Y en Levítico 18:6–20 observe las varias maneras de referirse al acto sexual. Véase también el eufemismo de Jesús en Marcos 7:19.
La paradoja
Cuando alguien expresa algunas verdades aparentemente contradictorias en una sola oración, o muy cerca la una a la otra, llamamos a esa figura una paradoja. En las enseñanzas de Jesús hay muchas.
Por ejemplo, cuando Jesús respondió al sumo sacerdote en Marcos 14:61, 62, dijo: “Yo soy (el Cristo, el Hijo del Bendito); y veréis al Hijo del Hombre sentado a la diestra del poder de Dios, y viniendo en las nubes del cielo.” Para sus oyentes, el ser Hijo de Dios contradecía la idea de ser Hijo del Hombre. En esta aparente contradicción está la paradoja.
En las Bienaventuranzas (Mateo 5) hay varias paradojas. En el v. 4 afirma que son “Bienaventurados los que lloran.” En el v. 5 dice que “los mansos … recibirán la tierra por heredad.” Y en el v. 6 dice que son “Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados.” Todas estas ideas parecen contener contradicciones, y por eso son paradojas. El estudiante verá otras en los vv. 10 y 11.
A través del Evangelio de Juan, Jesús expresa algunas verdades acerca de sí mismo que resultan ser paradojas. En 4:13, 14 afirma que “el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que … será en él una fuente de agua.”
Todo el discurso sobre “el pan de vida” (Jn. 6:25–59) contiene muchas paradojas. Nótese especialmente el v. 35: “Yo soy el pan de vida; el que a mí viene, nunca tendrá hambre; y el que en mí cree, no tendrá sed jamás.” Véanse también estas expresiones: “El pan que yo le daré es mi carne” (v. 51); “Si no coméis la carne del Hijo del Hombre, y bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros” (v. 53); “El que come mi carne y bebe mi sangre, en mí permanece, y yo en él” (v. 56).
Muchas de las paradojas de Jesús se pueden clasificar como enigmas. Estos se estudiarán en el capítulo 18.
El juego de palabras
No debe sorprendernos que haya juegos de palabras en la Biblia. Salomón los usó en su Cantar de Cantares, y Pablo en sus Cartas a los Gálatas, a los Filipenses y a Filemón. El juego de palabras también se conoce con el nombre de retruécano.
En Cantares 1:3 dice la sulamita que “tu nombre es como ungüento derramado.” En el texto hebreo la palabra “nombre” es shem. Y la palabra “ungüento” es shemen. Podemos captar el juego de palabras que emplea si decimos: “Tu shem es como shemen …”
Semejante juego de palabras ocurre en Eclesiastés 7:1: “Mejor es la buena fama (shem) que el buen ungüento (shemen).”
En su Carta a Filemón, Pablo pidió que pusiera en libertad a Onésimo, el siervo que se fugó de él. El nombre “Onésimo” quiere decir “provechoso”. Pero Onésimo no había sido provechoso para Filemón, su dueño. Ahora, por la obra de Pablo y la vida cambiada de aquel “provechoso”, le daba valor a su nombre. En el v. 11 Pablo escribe a Filemón: “el cual en otro tiempo te fue inútil, pero ahora a ti y a mí nos es útil.” El Apóstol ha usado “útil” como sinónimo de “provechoso”. Así, Pablo juega con este nombre para dar énfasis al cambio que Dios obró en Onésimo.
Los juegos de palabras arriba mencionados dependen por su efecto sobre los textos originales de hebreo y griego. Pero hay otros cuyo significado aparece claramente en el español.
En Filipenses 3:2 Pablo advierte a sus lectores que se guarden del “cortamiento”, según la Versión Antigua. En la Revisada usa la expresión “los mutiladores del cuerpo.” Y en el v. 3 dice que “nosotros somos la circuncisión, los que en espíritu servimos a Dios …” La “circuncisión” era, por supuesto, los judíos; la practicaban en sus hijos varones porque así lo requería la ley de Moisés. El intento de este reglamento era para recordarles que debían estar separados de la carne para Dios. Pero Pablo reclama esta característica para los creyentes cristianos y llama a los judíos “el cortamiento” o los “mutiladores de la carne”. Por medio de este juego de palabras Pablo habla despectivamente de aquel énfasis falso.
Con más ardor Pablo juega con la misma palabra en Gálatas 5:11, 12. Hablando de los que enseñan la necesidad de circuncidarse, dice en el v. 12: “¡Ojalá se mutilasen los que os perturban!” Pero en la Versión Popular, el verdadero significado aparece: “¡Ojalá se castraran a sí mismos de una vez!” Tan fuerte era el odio de Pablo para aquella doctrina falsa y dañina.
Fuente: Tomás de la Fuente, Claves de Interpretación Biblica – Edición Actualizada (El Paso, Texas: Casa Bautista de Publicaciones, 1985), 88–91.
2 Comentarios
excelente las explicaciones de las deferentes figuras literarias que existen en la biblia como la palabra de DIOS Bendiciones y muchas gracia me son de gran valor
excelente las explicaciones de las deferentes figuras literarias que existen en la biblia como la palabra de DIOS Bendiciones y muchas gracia me son de gran valor