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MIENTRAS ESPERAMOS A CRISTO, ¿QUÉ VEREMOS?

 

Podemos esperar aflicción y maldad

Se puede decir que la mayoría de las señales que dio Jesús indican que hemos de esperar aflicción y maldad. Podemos esperar calamidades en la naturaleza, como terremotos. Podemos esperar problemas sociales como guerras y revoluciones. Podemos esperar dificultades en la iglesia, entre ellas falsos maestros y persecución. No debemos estar sorprendidos cuando todas esas cosas ocurran.

En relación con el comportamiento humano, Jesús dice: “y por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará” (Mateo 24:12). Aunque el comportamiento humano ha sido corrupto siempre desde la caída en pecado en el jardín de Edén, Jesús dice que la maldad realmente se va a incrementar en los últimos días. Escuche lo que dice el apóstol Pablo: “También debes saber que en los últimos días vendrán tiempos peligrosos. Habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanidosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos, sin afecto natural, implacables, calumniadores, sin templanza, crueles, enemigos de lo bueno, traidores, impetuosos, engreídos, amadores de los deleites más que de Dios, que tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella” (2 Timoteo 3:1–5). En pocas palabras, Pablo dijo: “Mirad, pues, con diligencia cómo andéis, no como necios sino como sabios, aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos” (Efesios 5:15, 16).

La tierra en estos últimos días ha sido comparada con un cuerpo humano que se está desgastando y deteriorando antes de morir. De la manera en que la enfermedad, la debilidad, y el deterioro, indican que la muerte se está aproximando, también las convulsiones y las tragedias de este mundo indican que su final se está aproximando. Martín Lutero (1483–1546) dijo: “El cielo y la tierra van a crujir como una casa antigua que ha llegado al borde de derrumbarse y colapsar ruidosamente”.27

Pero, ¿por qué debe haber tanta maldad y tanta tribulación? La respuesta obvia es porque el mundo es pecador y el diablo está trabajando. Pero detrás de todo eso, reconocemos que Dios, en su sabiduría, ha dispuesto no separar el bien del mal, durante el curso de esta era sobre la tierra. Él va a separar el bien del mal en el último día. Recuerde la parábola del trigo y la cizaña:

El reino de los cielos es semejante a un hombre que sembró buena semilla en su campo; pero mientras dormían los hombres, vino su enemigo y sembró cizaña entre el trigo, y se fue. Cuando brotó la hierba y dio fruto, entonces apareció también la cizaña. Fueron entonces los siervos del padre de familia y le dijeron: “Señor, ¿no sembraste buena semilla en tu campo? ¿Cómo, pues, tiene cizaña?”. Él les dijo: “Un enemigo ha hecho esto”. Y los siervos le dijeron: “¿Quieres, pues, que vayamos y la arranquemos?”. Él les dijo: “No, no sea que al arrancar la cizaña arranquéis también con ella el trigo. Dejad crecer juntamente lo uno y lo otro hasta la siega, y al tiempo de la siega yo diré a los segadores: ‘Recoged primero la cizaña y atadla en manojos para quemarla; pero recoged el trigo en mi granero’ ” (Mateo 13:24–30).

Hace unos años, mi familia y yo estuvimos sembrando nueva grama en el patio de la iglesia. Muy poco después de que la grama germinó, nos dimos cuenta de que también estaban germinando malas hierbas. Nos preguntamos si debíamos comenzar a arrancar esas malezas, pero nos aconsejaron que esperáramos, porque al arrancar las malas hierbas también le podríamos hacer daño a la grama nueva. Sólo después de que la grama y la maleza se desarrollaron por completo pudimos ir a arrancar las malas hierbas. Así también Dios, en su sabiduría, ha decidido no quitar el mal de este mundo hasta el día del juicio. De alguna manera, lo hace para el beneficio de su iglesia. No lo podemos explicar. Puede ser que Dios esté pensando en convertir a algunos de los descendientes de los malvados pobladores del mundo. Por lo tanto, tiene que conservar a las personas malvadas sobre la tierra para el beneficio de su iglesia y para la salvación de almas. En cualquier caso, podemos esperar que haya aflicción y maldad mientras esperamos la segunda venida de Cristo.

Vemos que esas cosas están pasando

Desde luego, solo tenemos que mirar los noticieros de la noche o leer el periódico del día, para darnos cuenta de que las predicciones de aflicción y maldad, se están cumpliendo en todas partes, como se han estado cumpliendo a través de toda la era del Nuevo Testamento. Se podría escribir un libro separado únicamente sobre este tema. He aquí unos pocos ejemplos:

• Se calcula que murieron 40 millones de personas en Europa durante la peste negra.

• Con equipos mejorados, los científicos detectaron alrededor de 20,000 terremotos por año.

• El Almanaque Mundial indica que desde el año 526 AC, ha habido 78 tormentas, inundaciones, olas gigantes, terremotos, y erupciones volcánicas que han matado por lo menos diez mil personas.28

• Se calcula que más de mil millones de personas no tienen alimento suficiente y más de seis millones de niños menores de cinco años mueren cada año de hambre y de causas relacionadas.29

• Se calcula que puede haber más de mil millones de abortos en el mundo, desde el comienzo del siglo 20.

¡Todo esto es muy alarmante! Recuerde que este es el mundo que Dios creó originalmente como “muy bueno” en todo aspecto. El mundo que hizo Dios era perfecto, sin ningún problema, ni pesar, ni mal. Lo que vemos es un asombroso testimonio del hecho de que este mundo ha sido arruinado por el pecado. Este mundo presente no es lo que originalmente Dios quiso que fuera. Por causa del pecado, “toda la creación gime a una, y a una está con dolores de parto hasta ahora” (Romanos 8:22).

Guerra

El tema de la guerra merece que le dediquemos especial atención. Jesús dice claramente: “Oiréis de guerras y rumores de guerras; mirad que no os turbéis, porque es necesario que todo esto acontezca, pero aún no es el fin. Se levantará nación contra nación y reino contra reino; y habrá pestes, hambres y terremotos en diferentes lugares” (Mateo 24:6, 7). Podemos esperar que las guerras continúen hasta que Jesús regrese.

Desde luego, eso es exactamente lo que vemos. Algunos han dicho que la historia humana es en gran parte una historia de guerras. La guerra es una constante; sólo ha cambiado la tecnología. En todo caso, la guerra se ha vuelto sencillamente más aterradora con el poder cada vez más letal de las armas modernas. Un experto en estadística ha estimado que “se han peleado unas catorce mil guerras a lo largo de los siglos”.30 Para que no pensemos que los seres humanos han estado progresando en este aspecto a medida que pasan los siglos, podemos anotar que entre 35 y 40 millones de soldados murieron en centenares de guerras durante el siglo 20.31 Eso, sin contar los millones de civiles que también murieron. Piense en la indecible desdicha humana ¡y en el dolor que produce la guerra humana! Todo el tema es repulsivo, ya que muestra de la manera más cruda el estado lamentable de la vida humana bajo el dominio del pecado.

Hay muchos que piensan que el hombre depende de sus propios actos para librar al mundo de la guerra, quizás mediante la acción política o mediante la conversión al pensamiento de la “nueva era”. Tristemente, sabemos que eso es imposible. La gente anunció que la primera guerra mundial era la “guerra para terminar con todas las guerras”, pero fue seguida por una guerra aún peor, sólo una generación más tarde. Después de luchar contra el nazismo, hubo una guerra para frenar el comunismo; después de luchar contra el comunismo, hubo una guerra contra la yihad. Siempre hay una nueva razón para la guerra.

Como cristianos, siempre debemos trabajar y orar por la paz. Jesús dice: “Bienaventurados los pacificadores” (Mateo 5:9). Pablo nos exhorta a orar “por los reyes y por todos los que tienen autoridad, para que vivamos quieta y reposadamente en toda piedad y honestidad” (1 Timoteo 2:2). Pero no tenemos sueños optimistas de ver en realidad un mundo amistoso en el que reinen el amor y la armonía entre todas las naciones. El pecado sigue presente en el mundo, y la Biblia ha anunciado que “se levantará nación contra nación”.

Pero, como creyentes en el Señor, no tenemos que alarmarnos por las guerras y los rumores de guerras.; “es necesario que todo esto acontezca” (Mateo 24:6). Dios está llamando a la puerta, nos exhorta para que estemos listos para el regreso de su Hijo. Dios sigue teniendo el control de todas las cosas. Las guerras y los rumores de guerras, nos recuerdan que pronto viene Jesús.

Falsas enseñanzas y apostasía

Quizás el tema de las falsas enseñanzas merezca también atención especial. Así como la historia del mundo es en gran parte una historia de guerras, también la historia de la iglesia es en gran parte una historia de falsas enseñanzas y de la reacción de la iglesia contra ellas.

Las falsas enseñanzas y la apostasía son ampliamente predichas en la Biblia. Jesús dice: “Muchos tropezarán entonces, y se entregarán unos a otros, y unos a otros se odiarán. Muchos falsos profetas se levantarán y engañarán a muchos” (Mateo 24:10, 11). Pablo escribió: “El Espíritu dice claramente que, en los últimos tiempos, algunos apostatarán de la fe, escuchando a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios” (1 Timoteo 4:1).

Más adelante, Pablo añadió “pues vendrá tiempo cuando no soportarán la sana doctrina, sino que, teniendo comezón de oír, se amontonarán maestros conforme a sus propias pasiones, y apartarán de la verdad el oído y se volverán a las fábulas” (2 Timoteo 4:3, 4). Judas repitió la predicción de los apóstoles: “ ‘En el último tiempo habrá burladores que andarán según sus malvados deseos.’ ” Estos son los que causan divisiones, viven sensualmente y no tienen al Espíritu” (Judas 18, 19).

Toda época ha tenido sus propios ejemplos. Desde los tiempos del Nuevo Testamento, dos colosales sistemas religiosos se destacan sobre la multitud: el catolicismo romano y el islam. Cada uno de ellos reclama un quinto o más de la población actual del mundo. En el siguiente capítulo, vamos a considerar el surgimiento del papado y las falsas enseñanzas del catolicismo romano; aquí nos limitamos a decir que el islam es un monstruoso cumplimiento de las profecías de la Biblia de la falsa enseñanza como una poderosa arma de Satanás. Las regiones del mundo en las que los musulmanes ejercen el control político tienen generalmente pocos cristianos, y lo más frecuente es que la evangelización cristiana esté prohibida por la ley. En algunas de esas áreas, como el norte de África, hubo en un tiempo prósperas comunidades cristianas. Aquí hay una evidencia de personas que “abandonaron la fe” y siguieron “enseñanzas de demonios”. Esta es una señal de que Jesús viene pronto.

Hoy es particularmente preocupante en la iglesia visible la negación de la autoridad de la Biblia por medio del método de la alta crítica en la interpretación bíblica. Grandes fracciones de la iglesia visible dicen que la Biblia contiene errores; dicen que han perdido la confianza en lo que dice la Biblia y, en consecuencia, pueden cuestionar o negar todas las doctrinas cristianas tradicionales.

Cuando se organizó el concilio mundial de iglesias en 1948, los participantes no se pudieron poner de acuerdo ni siquiera en la doctrina de la Trinidad.32 Hoy en día, grandes segmentos de la iglesia visible niegan que Jesús pagó los pecados de todo el mundo (la expiación vicaria), que es el corazón y núcleo de la enseñanza bíblica.

Sin duda, en estos últimos días, todos tenemos que estar en alerta respecto de los falsos cristos y de los falsos profetas. Jesús nos advierte: “Mirad que no seáis engañados, porque vendrán muchos en mi nombre diciendo: “Yo soy el Cristo” y: “El tiempo está cerca”. Pero no vayáis en pos de ellos” (Lucas 21:8). Es necesario hacer como se nos exhorta: “probad los espíritus si son de Dios, porque muchos falsos profetas han salido por el mundo.” (1 Juan 4:1).

Persecución a los cristianos

Finalmente, es necesario pensar de una manera especial en la persecución a los cristianos. Jesús da profecías inequívocas de que la persecución va a venir; él dice: “Entonces os entregarán a tribulación, os matarán y seréis odiados por todos por causa de mi nombre” (Mateo 24:9). Y dice a continuación: “Seréis entregados aun por vuestros padres, hermanos, parientes y amigos; y matarán a algunos de vosotros. Seréis odiados por todos por causa de mi nombre” (Lucas 21:16, 17).

El libro de los Hechos da amplio testimonio del cumplimiento de estas profecías en la iglesia primitiva. Los apóstoles fueron encarcelados y azotados (Hechos 5:18, 40); Esteban fue apedreado hasta que murió (Hechos 7:58); Saulo iba de casa en casa, llevando a prisión a los hombres y las mujeres creyentes (Hechos 8:3).

El rey Herodes “Mató a espada a Jacobo, hermano de Juan” (Hechos 12:2). El misionero Pablo fue apedreado y dado por muerto en Listra (Hechos 14:19); fue desnudado y severamente flagelado en Filipos (Hechos 16:22, 23). Más adelante, Pablo dijo: “De los judíos cinco veces he recibido cuarenta azotes menos uno. Tres veces he sido azotado con varas; una vez apedreado;” (2 Corintios 11:24, 25).

Pero la persecución no se limitó al primer siglo; también en nuestra así llamada era ilustrada, los cristianos son constantemente perseguidos por su fe. Muchas veces se ha dicho que en el siglo 20 fueron llevados a muerte por su fe más cristianos que en todos los siglos anteriores. Algunos han calculado que fueron más de cien millones los mártires en el siglo pasado.33 Lo cierto es que las estadísticas sobre un asunto como este son casi imposibles de recopilar. Pero, sean cuales sean las estadísticas, el hecho es que la persecución a los cristianos está desbocada en nuestro mundo.

No nos debería sorprender que la persecución venga a nosotros y a otros creyentes. En la actualidad, muchos de nosotros vivimos en partes del mundo en las que la vida no está amenazada por causa de Cristo. Le damos gracias a Dios por este don de sociedades pacíficas en las que los cristianos lo pueden adorar con libertad. Pero, tenemos que estar siempre preparados para dar la vida por Cristo, si eso fuere necesario en el futuro. Incluso ahora puede haber ridiculización y otras formas de odio, que debamos soportar con paciencia por causa de la fe. Y ciertamente nuestro corazón está con todos los creyentes, que están perdiendo su vida o la vida de sus seres amados, por causa del evangelio. Si podemos hacer algo para ayudarles, lo debemos hacer. Y si nada podemos hacer, encomendamos en oración ante nuestro misericordioso Señor a los que están siendo perseguidos.

La batalla final

Y como si todo esto no fuera suficientemente malo, la Biblia también predice que va a haber una batalla final, un asalto total a la iglesia cuando venga el fin del mundo. Los enemigos de Dios se reunirán para dar la batalla final, intensificando la promoción de las falsas enseñanzas, la maldad y la persecución. Las cosas van a estar en su peor condición en el momento en que Jesús regrese para aparecer como el victorioso vencedor sobre todas las cosas. Va a ser “el momento más oscuro, que viene antes del amanecer”.

El profeta Joel predijo esta gran batalla final con el siguiente mensaje que vino del Señor:

¡Proclamad esto entre las naciones,
proclamad guerra, despertad a los valientes!
¡Acérquense, vengan todos los hombres de guerra!
Forjad espadas de vuestros azadones,
lanzas de vuestras hoces y diga el débil: “¡Fuerte soy!”
Juntaos y venid,
naciones todas de alrededor, y congregaos.
¡Haz venir allí, Jehová, a tus fuertes!
Despiértense las naciones y suban al valle de Josafat,
porque allí me sentaré
para juzgar a todas las naciones de alrededor”.
(Joel 3:9–12)
En el Antiguo Testamento se encuentran pasajes similares en Ezequiel 38–39 y Zacarías 14:2–15.

 

Bueno: la siembra y la cosecha

Con todo este pesimismo, uno se puede preguntar: ¿Hay algo bueno con lo que se pueda contar mientras esperamos a Jesús? La respuesta es sí, porque Dios nos ha dado unas promesas muy buenas.

En primer lugar, Dios ha prometido que va a seguir sosteniendo el ritmo normal de los días y de las estaciones todo el tiempo que dure la tierra. Dios nunca va a acabar con la producción agrícola, ni va a enviar otra destrucción mundial como el diluvio de la época de Noé. Después del diluvio, Dios dijo en su corazón: “No volveré a maldecir la tierra por causa del hombre, porque el corazón del hombre se inclina al mal desde su juventud; ni volveré a destruir todo ser viviente, como he hecho. Mientras la tierra permanezca no cesarán la sementera y la siega, el frío y el calor, el verano y el invierno, el día y la noche” (Génesis 8:21, 22).

Los profetas del fin del mundo han predicho que la tierra se puede convertir en un verano eterno o en un invierno eterno, pero nosotros sabemos que, por la gracia de Dios, eso no va a ocurrir. En la actualidad, el calentamiento global es una gran preocupación para muchos. ¿Qué se puede decir al respecto? Naturalmente, si estamos haciendo cosas que van en detrimento del mundo que Dios nos dio, los cristianos deberíamos estar preocupados; nosotros queremos ser buenos mayordomos del mundo que nos ha sido confiado. Pero todos sabemos, porque Dios así lo prometió, que siempre va a haber “el frío y el calor, el verano y el invierno”.

Bueno: la predicación del evangelio

También, Dios ha prometido que el evangelio se va a extender por toda la tierra. Eso estaba en primer lugar en la mente de Jesús en las últimas palabras que les dijo a sus discípulos. En su gran discurso escatológico, Jesús dijo: “Y será predicado este evangelio del Reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones, y entonces vendrá el fin” (Mateo 24:14). Jesús se refiere a la era del Nuevo Testamento como “los tiempos de los gentiles”, dando a entender que grandes cantidades de gentiles van a ser convertidos y salvados (Lucas 21:24). En la noche de la Pascua, dijo: “Así está escrito: y así fue necesario que el Cristo padeciera y resucitara de los muertos al tercer día; y que se predicara en su nombre el arrepentimiento y el perdón de pecados en todas las naciones, comenzando desde Jerusalén” (Lucas 24:46, 47). En el monte de Galilea, Jesús dijo: “id y haced discípulos a todas las naciones” (Mateo 28:19). En la ascensión, Jesús dijo: “recibiréis poder cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria y hasta lo último de la tierra” (Hechos 1:8).

No hay que perder de vista lo asombrosa que es esta profecía. Cuando Jesús dijo originalmente estas palabras, se las dijo a un pequeño número de hombres comunes y corrientes, que eran todos del mismo país. Hubiera parecido muy improbable que su mensaje se pudiera extender por todas partes. En la época del Antiguo Testamento, los medios de gracia y de salvación estaban limitados en gran parte a la nación israelita. El propósito de Dios era que el mensaje de salvación fuera compartido con todas las naciones por medio de Israel (1 Crónicas 16:8, 23–30; 2 Crónicas 6:32, 33). Pero, en realidad, las personas de otras naciones que llegaron a conocer al verdadero Dios, como Rahab, Rut, y Naaman, parece que habían sido pocas y distantes entre sí. Fue algo completamente nuevo cuando las compuertas del reino de Dios les fueron abiertas por completo a las gentes de todas las naciones en la época del Nuevo Testamento.

Eso nos ayuda a entender el derramamiento del Espíritu Santo el día de Pentecostés. El profeta Joel predijo que en los últimos días el Señor iba a derramar su Espíritu sobre todo ser humano (Joel 2:28, 29). Eso se cumplió el día de Pentecostés (Hechos 2:16–18). Pero, ¿en qué sentido fue diferente la actividad del Espíritu Santo después de Pentecostés? En la época del Antiguo Testamento, el Espíritu Santo obró la fe en el corazón de los creyentes (Salmo 51:11) de la misma manera que en la época del Nuevo Testamento (1 Corintios 12:3). En la época del Antiguo Testamento, el Espíritu Santo les dio a los creyentes la capacidad de hacer obras agradables delante de Dios (Éxodo 31:3) de la misma manera que en la época del Nuevo Testamento (Gálatas 5:22). Una diferencia importante se encuentra en el alcance mundial de la obra salvadora del Espíritu. Ahora el Espíritu Santo distribuye generosamente la gracia de Dios por todo el planeta, entre personas de todas las naciones (vea Hechos 10).

Eso explica también la atadura de Satanás en Apocalipsis 20. El Apocalipsis dice: “Vi un ángel que descendía del cielo con la llave del abismo y una gran cadena en la mano. Prendió al dragón, la serpiente antigua, que es el Diablo y Satanás, y lo ató por mil años. Lo arrojó al abismo, lo encerró y puso un sello sobre él, para que no engañara más a las naciones hasta que fueran cumplidos mil años” (Apocalipsis 20:1–3). Cristo “ató” al diablo cuando ganó la victoria sobre él, por su vida, su muerte, y su resurrección (Juan 12:31; Hebreos 2:14; 1 Juan 3:8). Posteriormente en los “mil años” de la era del Nuevo Testamento, el diablo no ha sido capaz de “engañar más a las naciones” como sí lo hizo en la época del Antiguo Testamento. El diablo no ha sido capaz de impedir la difusión del evangelio a todas las personas.

En cierta medida, esta profecía ya se había cumplido en la época de los apóstoles, cuando los apóstoles llegaron hasta los confines de la tierra en su obra misionera. Pero, ¿cuánto más no se ha cumplido en los siglos y las décadas recientes? Como consecuencia de la colonización occidental, el evangelio ha llegado a innumerables lugares nuevos. Desde 2007, la Biblia completa ha sido traducida a 429 idiomas, y el Nuevo Testamento a 1,145 idiomas. En la actualidad, las obras de Lutero están siendo traducidas al chino. Es emocionante pensar que el evangelio ha estado viajando por la radio y la televisión ¡a todos los confines de la tierra! El evangelio ha estado llegando a todas las áreas del mundo. He aquí algo verdaderamente maravilloso mientras esperamos el regreso de Jesús.

Bueno: bendiciones para la iglesia

Finalmente, Dios ha prometido que siempre protegerá y bendecirá a su iglesia, es decir, a todos los creyentes en Jesús, a través de toda la era del Nuevo Testamento. El Nuevo Testamento tiene una inmensa cantidad de esas seguridades. Después de que Pedro confesó que Jesús es el Cristo, Jesús dijo: “sobre esta roca edificaré mi iglesia, y las puertas del Hades no la dominarán” (Mateo 16:18).

La muerte y el infierno, no van a destruir la iglesia de Cristo. Siempre podemos contar con la presencia de Dios con nosotros, hasta el día del juicio. Pedro dijo que, por medio de la fe, los creyentes son “guardados por el poder de Dios, mediante la fe, para alcanzar la salvación que está preparada para ser manifestada en el tiempo final” (1 Pedro 1:5). Estamos protegidos por Dios, hasta el final.

Pablo expresó constantemente la confianza que tenía en que Dios siempre lo cuidaba y lo guardaba; y escribió: “Y el Señor me librará de toda obra mala y me preservará para su reino celestial” (2 Timoteo 4:18). Pablo puso toda su confianza en Dios, y estaba seguro de la protección divina; por eso escribió: “Pero no me avergüenzo, porque yo sé a quién he creído y estoy seguro de que es poderoso para guardar mi depósito para aquel día” (2 Timoteo 1:12).

Pablo usó también una imagen interesante, dijo que Dios “nos ha sellado y nos ha dado, como garantía, el Espíritu en nuestros corazones” (2 Corintios 1:22; vea 2 Corintios 5:5). Cuando hacemos un anticipo de dinero, o un depósito, sobre un vehículo, ese pago inicial es la garantía de que va a haber más pagos en el futuro. De la misma manera, cuando Dios nos da su Espíritu Santo en fe, ese Espíritu es una garantía de que habrá más dones de Dios en el futuro. El hecho de que tengamos el Espíritu Santo es una prueba de que Dios está con nosotros y de que él nos va a dar nuestra “herencia” en el cielo, al final (Efesios 1:14).

 

Optimistas realistas

Entonces, ¿cuál debe ser nuestra actitud como cristianos? Se ha dicho que tenemos que ser “optimistas realistas”.41 Somos realistas en cuanto a las luchas y las dificultades de la vida en la tierra. No esperamos que la vida sea fácil. No tenemos grandes esperanzas de que haya un cielo en la tierra. Esperamos que haya dificultades, y sabemos que las cosas pueden llegar a ser peores antes del fin. Pero también somos optimistas, porque sabemos que Jesús ha ganado la victoria final.

El cielo es nuestro. Jesús está siempre con nosotros mientras vivamos sobre la tierra. Y nuestro corazón está lleno de alegría por haber visto y haber sido parte de la predicación del evangelio a todas las naciones.

Tronos y coronas pueden perecer;
De Jesús la iglesia fiel habrá de ser;
Nada en contra suya prevalecerá,
Porque la promesa nunca faltará.
¡Muévete potente, pueblo del Señor!
Y de triunfo en triunfo marcha con valor.
Eres solo un cuerpo, y uno es el Señor,
Una la esperanza y uno nuestro amor.
Texto: Sabine Baring-Gould (1834–1924, sacerdote y escritor Anglicano, traducido por Juan Bautista Cabrera. 1837–1916) (CC 254:3)

 

Fuente:

Thomas P. Nass, Tiempos Finales: Jesús Viene Pronto, ed. Curtis A. Jahn, Enseñanzas de La Biblia Popular (Milwaukee, WI: Editorial Northwestern, 2011), 69–88.

 

_________________________

27 What Luther Says: An Anthology, compiled by Ewald M. Plass, Vol. 2 (St. Louis: Concordia Publishing House, 1972), p. 697.

28 World Almanac: (New York: World Almanac Books, 2009), pp. 316–318, 690.

29 http://www.wfp.org/hunger/stats, accessed August 21, 2010.

30 Chandler, Doomsday, p. 119.

31 Thomas Hayden, “The Roots of War,” US News and World Report, April 26, 2004, p. 49.

32 John R. Stephenson, Eschatology (Fort Wayne, IN: Luther Academy, 1993), p. 7.

33 James and Marti Hefley, By Their Blood: Christian Martyrs From the Twentieth Century and Beyond (Grand Rapids, MI: Baker Books, 2004), back cover.

34 Becker, Revelation, pp. 315, 316.

35 John P. Meyer, The Kingdom of Christ, translated by O. Marc Tangner (O Marc Tangner, 2002), p. 76. Originalmente publicado como “Das Königtum Cristoi” in Theologische Quartalschrift, Vol. 32, No. 3 (July 1935), p. 199.

36 Mueller, Revelation, p. 1.

37 What Luther Says, Vol. 2, p. 1040.

38 Teodoro de Beza dijo esto después de la masacre de los hugonotes en Vassy en marzo de 1562. Citado en Henry M. Baird, History of the Rise of the Huguenots, Vol. 2 (London: Hodder and Stoughton, 1880), p. 28.

39 John M. Brenner, “Worldwide Luteroan Membership Figures for 2006,” Wisconsin Lutheran Quarterly, Vol. 104, No. 3 (Summer 2007), p. 218.

40 R. B. Kuiper, citado en Aaron Luther Plueger, Things to Come for Planet Earth (St. Louis: Concordia Publishing House, 1977), p. 94.

41 Eickmann, Hosea, Joel, Amos, p. 160.

CC Culto Cristiano

 

 

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