El NT da por sentada la condición de pecador del hombre. En Romanos 3:23, Pablo presenta la universalidad del pecado cuando dice “…porque todos pecaron” para indicar la gravedad del pecado y las consecuencias del mismo.
Al tener una comprensión del concepto del hombre en el pensamiento teológico de Pablo como un ser, así relaciona el problema del pecado en el mismo. El hombre es pecador y no se ha dado cuenta del alcance y peligro que tiene el pecado en su vida. Pablo nos exhorta a mirar la gama que tiene el pecado en la que con mucha facilidad el hombre se enreda. Pablo usa cerca de una docena de palabras para hacer referencia al pecado, mostrándonos así una riqueza en las expresiones y el alcance de ellas. En las traducciones de las palabras a veces se menciona la palabra pecado, pero no se da la característica y gravedad de la palabra.
Las palabras con las cuales Pablo define al pecado se destacan por la riqueza en su significado, con lo cual podemos tener una dimensión de la gravedad del pecado en la vida del ser humano. A continuación se detallan algunas de ellas.
1. Injusticia (adikia)
Esta palabra también se traduce como el mal obrar, maldad o incorrección. Descubre al hombre que no tiene ley que lo gobierne; es una palabra muy utilizada en su tiempo para hablar de pasar por sobre la ley y cometer toda clase de fechorías o delitos (Rom. 1:29; 2:8, Col. 3:25). En Romanos 1:18 Pablo describe la ley y la justicia que van contra la perversidad de los hombres que produce una enemistad contra la verdad. Cuando este desconoce a Dios en los primeros cuatro mandamientos, está demostrando que en su corazón lo único que alberga es impiedad. La injusticia, como la segunda parte del texto, hace referencia a los otros seis mandamientos que son violados como consecuencia de desconocer los primeros cuatro. Quien atropella a la gente no tiene ley que rija su forma de actuar.
2. Pecado (amartia)
Es la palabra más usada en el NT para dar la idea de pecado en todo el sentido de la palabra. Su significado es transgredir, obrar mal, pecar, y contrariar. La palabra da la idea de una condición responsable por parte del hombre con la característica que implica culpabilidad en sus actos. El alcance de amartia 266 lleva al hombre a mostrarle que tiene un amo que lo gobierna en la forma que desea y le sirve sin mirar que la paga será la muerte, tanto espiritual como física (Rom. 5:12)
3. Ilegalidad (anomia)
La palabra da la idea de desafiar a la ley y quebrantarla siendo consciente de ello. Por ejemplo, si se pasa de un país a otro sin llenar los requisitos de ley de ese país, esto es ilegal, pues se han violado principios y leyes. Luego, al ser requerido por la justicia de ese país, no se puede alegar ignorancia, sino que se debe aceptar que se infringió la ley, en cuyo caso se merece el castigo que estipula la ley de ese país. De igual forma Pablo quiere que entendamos que el pecado nos coloca como ilegales ante Dios y no podemos alegar ignorancia de parte nuestra, sino que cuando se nos llame a juicio él castigará nuestra ilegalidad.
4. Infidelidad (apistia)
Esta palabra tiene que ver con la resistencia a creer. En Romanos 3:3, Pablo, por medio de preguntas tales como: “¿Qué, pues, si algunos de ellos han sido infieles? ¿Acaso podrá la infidelidad de ellos invalidar la fidelidad de Dios? nos invita a reflexionar en la infidelidad como aquella que lleva a que se traicione la confianza. La única manera de poder entender a Dios y su plan de salvación radica en el sentido de cómo captemos la fe; según lo dice el autor a los Hebreos “sin fe es imposible agradar a Dios” (Heb. 11:6).
5. Impiedad (asebeia)
Esta es otra palabra usada por Pablo para hablar del pecado. Su alcance lleva a comprender la falta de reverencia. A Timoteo le anima a que “…evita las profanas y vanas palabrerías, porque conducirán más y más a la impiedad” (2 Tim. 2:16). Se puede ser irreverente y caer en actos que invitan a proferir o hacer mal a otros o contra nosotros mismos, igual que a Dios mismo cuando deseamos que responda a todo lo que pedimos sin pensar siquiera en él.
6. Sensualidad (aselgeia)
Esta palabra lleva la idea de licencia, relajamiento sensual, libertinaje en el vocabulario de Pablo. Cuando él hace una lista de pecados tanto en Romanos 1:18–32, como en las obras de la carne de Gálatas 5:20–22 describe la idea de una relajación sensual y un libertinaje por parte del hombre que lo hace ver como un pecador sin escrúpulos. El término describe una entrega sin restricciones al mal como producto del pecado en su vida.
7. Deseo (epizumia)
Esta palabra envuelve el carácter moral de la persona donde ella juzga lo que es malo o es bueno. El pecado se presenta como la base en el desear porque lleva a la persona a caer en la tentación. Pablo, al usar la palabra epizumia 1939, muestra cómo el pecado comienza en la mente del hombre, generándose allí un impulso que lo lleva a quebrantar la ley. El hecho de no hacer “provisión para satisfacer los malos deseos de la carne” (Rom. 13:14), para Pablo, es todo aquello que rodea al hombre en lo externo generando en la parte interna las pasiones y concupiscencia que lo llevan a caer en el pecado.
8. Hostilidad (eczra)
Esta es una palabra en el vocabulario de Pablo que nos lleva a ver cómo el pecado llega a los sentimientos, produciendo acciones hostiles contra el prójimo. La mejor traducción para esta palabra es enemistad. En Romanos 8:7 el Apóstol expresa que “la intención de la carne es enemistad contra Dios”. Esta referencia la hace aludiendo a la condición del hombre como pecador, el cual establece con su desobediencia la enemistad, porque Dios, aunque ama al pecador, aborrece el pecado en el cual vive la humanidad. De la misma manera, haciendo una antítesis, Pablo muestra a Cristo como “nuestra paz, que de ambos nos hizo uno… reconciliando con Dios a ambos en un solo cuerpo” (Ef. 2:14–16), atribuyendo, de esta manera, a la obra de Cristo la destrucción de la hostilidad o enemistad entre dos pueblos (judíos y gentiles), para llevarnos a ser uno a través del perdón ofrecido por su sacrificio en la cruz.
9. Maldad (kakia)
Este es uno de los términos más fuertes en el NT y se usa para indicar la perversidad o depravación como algo opuesto a la bondad y el bien. Esta perversidad hace que una persona descargue toda su furia sobre otra, no importando quien sea esta. El consejo de Pablo a los cristianos siempre es: “Quítense de vosotros toda… maldad” (Ef. 4:31) en vista de que ella conduce a hacer daño al prójimo. Se daña con palabras y con acciones sin importar las consecuencias que puedan acarrear tanto para la víctima como para quien las ejecuta.
10. Transgresión (parabasis)
Esta palabra es usada sólo unas 8 veces en el NT, y lleva la implicación de pasarse de los límites, o violar una ley. Hay en la palabra un fuerte énfasis sobre la violación de la ley en forma voluntaria, siendo muy consciente de lo que se ha hecho. En Romanos 5:14 leemos “No obstante, la muerte reinó desde Adán hasta Moisés, aun sobre los que no pecaron con una ofensa semejante a la de Adán…”, esto nos hace conscientes de que aunque no exista una ley, Pablo nos recuerda que aún la ley de la conciencia puede ser traspasada con actos contrarios a lo que ella nos dicta (Rom. 4:15). La trasgresión no exime de culpa al hombre, porque ha violado una ley a consciencia y se hace culpable de la infracción por la falta cometida.
11. Perversidad (poneria)
Esta palabra se traduce también como bajeza y aun malicia. Esta palabra es sinónimo de maldad (kakia 2549). Los dos términos aparecen juntos para enfatizar el alcance que hace el pecado en la vida de una persona; así lo indica Pablo escribiendo a la iglesia de Corinto, al hacer la siguiente recomendación “…que celebremos la fiesta, no con la vieja levadura, ni con la levadura de malicia y de maldad” (1 Cor. 5:8).
Pablo recurre al pensamiento del AT para exponer una teología con referencia al pecado con más claridad. El hombre es presentado en Génesis 3 no sólo como capaz de pecar, sino que lo comete. Al descubrirse a sí mismo como la imagen de Dios, el hombre quiso ser dios. Esto produjo su autoexclusión del compañerismo con Dios, un compañerismo de amor y confianza, pero él elige apartarse de Dios y este acto de desobediencia lleva a pensar en el viejo refrán popular de “que fue por lana y salió trasquilado”, queriendo hacer mucho termina en nada, perdiendo así los privilegios de vivir en el denominado huerto del Edén.
El pecado no es sólo asunto de la mente, tiene su correspondencia en la actitud del hombre. Este no afecta un órgano en particular, sino la totalidad del hombre, y eso tiene que ver con lo que le rodea, ya sea familia, sociedad y el mundo en general.
Fuente:
Juan Carlos Cevallos, Comentario Bíblico Mundo Hispano Tomo 19: Romanos. (El Paso, TX: Editorial Mundo Hispano, 2006), 18–21.