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LAS PRUEBAS DEL DILUVIO UNIVERSAL EN LAS DIFERENTES CULTURAS – Primera parte

El investigador H. S Bellamy reunió quinientos. Quinientos relatos de prácticamente todas las culturas humanas que hablan de un gran diluvio. La posibilidad de que las omnipresentes leyendas fueran ciertas se alimenta, hoy, de datos geológicos y arqueológicos, comenzando por los numerosísimos sedimentos marinos depositados en altas montañas. Ello alimentaría el argumento de que, un día, que las aguas ocuparon un diferente lugar en otro tiempo. Sin duda, una nueva visión de la historia de nuestro planeta está naciendo.

La cultura de Tiahuanaco, asociada al lago Tititcaca, en Bolivia, es una de las grandes incógnitas de nuestro mundo; ni se sabe por qué desapareció ni cómo se construyeron gigantescos edificios tales alturas, pero en lo que muchos están de acuerdo es en que se trata de las más antiguas ruinas de una civilización. En su libro “Construidas antes del diluvio: el problema de las ruinas de Tiahuanaco, Bellamy documenta la existencia de sedimentos marinos en una extensión de 700 kilómetros en aquella área, lo que probaría que el Océano Pacífico alcanzaba, en un tiempo remoto asociado a esa cultura, la altura de esas montañas.Esta línea comienza cerca del lago Umayo, en el Perú, a unos cien metros de altura por encima del lago Titicaca, y pasa al sur de este lago, a treinta metros por encima del agua, hasta concluir, en declive descendente hacia el sur, más allá del lago Coipusa, doscientos cincuenta metros más abajo que en su extremidad septentrional.

El declive en esos sedimentos se constata con una trayectoria curva y no recta, lo que ha llevado a Bellamy a proponer que ésa es la prueba de que fueron las aguas las que bajaron y no las montañas las que se elevaron, como hasta ahora se pensaba. De ser así, Tiahuanaco habría constituido un puerto de mar a finales del Terciario, lo que explicaría, al mismo tiempo, porqué el lago Titicaca es salado: sería el último vestigio del Océano Pacífico. Este investigador, amparándose en las leyendas de los indígenas, afirma que todavía existen restos de los muelles del puerto de Tihuanaco dentro del lago. El oceanógrafo Cousteau las buscó infructuosamente en los años ochenta, pero el investigador boliviano Hugo Boero Rojo las halló en las cercanías del puerto boliviano de Puerto Acosta, a 20 metros de profundidad, filmando un documental.

Las hipótesis de que las debacles y catástrofes acaecidas en nuestro planeta hayan sido provocadas por el impacto de cuerpos estelares cobran fuerza a medida que los datos geológicos, los arqueológicos y los antropológicos se interrelacionan para generar nuevas teorías sobre el clima y su evolución. Entre otras cosas, estas teorías podrían explicar la desaparición de grandes animales, “mastodontes” como el mamut, hace entre 9.000 y 12.000 años. Una desaparición de la que la ciencia oficial sigue responsabilizado al hombre… cuando en aquella época apenas tenía lanzas y flechas. Como se puede deducir al contemplar los indígenas americanos o africanos antes de la llegada del hombre blanco, difícilmente una población humana podía haber aniquilado una especie como los mamuts de más de una tonelada o castores de más de media tonelada. Todas estas especies murieron al final de la era de hielo, dejando en el aire la pregunta de las preguntas: por qué.

Velikovski rebate la teoría de que la edad de hielo finalizara hace un millón de años, como hasta ahora, y sostiene que ocurrió hace tan sólo 12.000 (al menos, “una” era glacial). El ruso fundamenta su teoría en los fabulosos yacimientos de animales extinguidos cuyos huesos fueron encontrados en descomunales fosas a las que habrían llegado, aparentemente, movidos por una fuerza violenta. Fosas como la de Agate Spring Quarry en Nebraska, comprenden 164.000 huesos de 800 animales diferentes. Los más numerosos son de un pequeño rinocerante, otro caballo enano y un cerdo gigante. En Alemania, en un hoyo situado en Neuköln, se encontraron restos fosilizados de mamuts, bueyes almizcleros, bisontes, hienas, renos y dos especies diferentes de elefantes. Todos sus huesos, al igual que en el yacimiento de Nebraska, estaban revueltos, como si una corriente los hubiera juntadao, y su fecha de datación es de hace 12.000 años, el final de la glaciación según las “modernas” teorías. Velikovski, como Hapgood, alude a las pruebas de la región de Tiahuanacu, con la imposibilidad para el traslado de semejantes piedras y la construcción de terrazas, para avalar la teoría de que no fueron las montañas las que se elevaron sino que fue el mar el que bajó.

Toda esta corriente que abarca a eruditos de diferentes campos del saber echaría por tierra la creencia, hasta ahora aceptada por la comunidad científica, de unos cambios graduales en el planeta y la supuesta importancia de la acción del hombre en la eliminación de ciertos animales. Para estos heterodoxos, los bruscos cambios en la biosfera habrían venido originados por modificaciones en el sistema solar. De esta manera, además, la astrología volvería a jugar un papel en el desarrollo de la ciencia.

El Diluvio en las diferentes culturas

Todas estas teorías han provocado que diferentes investigadores hayan vuelto a proponer la existencia de un gran cataclismo universal, hace entre 9.000 y 12.000, que habría acabado con grandes civilizaciones en la tierra y habría quedado en la memoria colectiva de numerosos pueblos como “el diluvio universal”. Las ciencias empíricas y las tradiciones espirituales se pondrían de acuerdo gracias a H. S. Bellamy, quien recopiló 500 leyendas de prácticamente todas las culturas del mundo que apoyan esta teoría y las similitudes. Como se ve en el cuadro, las coincidencias son apabullantes.

Según la Biblia y la Torá judía, los únicos superviviente del diluvio fueron Noé, su familia y un número de parejas de animales, navegando en un arca de 300 codos de largo, 50 de ancho y 30 de alto, hecha de madera de gomero calafateada con pez. El diluvio duró días y 40 noches, en los que “las aguas lo cubrieron todo y las fuentes del gran abismo se abrieron”. Noé mandó una paloma y un cuervo y sólo salió del arca desde el monte Ararat cuando la paloma no volvió de su tercer vuelo.

Las tablillas mesopotámicas son una fuente de numerosa información acerca del diluvio. Según las inscripciones sumerias, los supervivientes fueron la familia de Khisustros (o Khasistrata), amigos, animales domésticos y pájaros, ayudados de una nave de 5 estadios de largo y 5 de ancho. “Un terrible chorro de agua se elevó hasta el cielo, el océano rebasó la orilla y los ríos, sus riberas”. Las montañas Gordyene de Armenia fueron el refugio de los supervivientes, que volvieron a Sippara a desenterrar recuerdos de su destruida civilización.

Según las inscripciones asirias y babilónicas, el héroe superviviente se llamó Ubaratutu o Khasisatra, acompañado de su familia, su ganado, criados y animales salvajes, ayudado de una nave de 600 codos de largo, y 60 de alto y ancho. La tragedia duró seis días y seis noches, en los que hubieron “maremotos y chorros de agua…” Los cadáveres de los ahogados flotaban como algas mientras los supervivientes permanecían en el monte Nízar. La paloma que, a diferencia del cuervo, no volvió, también fue la emisaria.de lsa buenas noticias, a resultas de lo cual, Khasisatra y su familia se convirtieron en dioses.

Una variante de la anterior, se encuentra en las inscripciones babilónicas de Asurbanipal. En ella se lee que “una nave con la semilla de la vida a bordo” sobrevivió a un diluvio que duró seis días y seis noches. “Al séptimo día, Ut.-Napishstim” –que así se llamaba el Noé babilónico-, “miró afuera y vio que todo estaba callado. La humanidad había vuelto al barro”. El barco encalló en el monte Nízar. Pasado un tiempo, Ut.-Napishstim mandó una paloma, un cuervo y una golondrina. El cuervo se quedó comiendo los cadáveres y los demás pájaros no volvieron. Después de desembarcar y dialogar con los Dioses, se les concedió la inmortalidad.

La tradición griega y los comentarios antiguos hablan de que, pasada la edad de oro, Zeus vió que los humanos se habían vuelto muy engreídos y decidió que ya era suficiente. Gracias a la intercesión de Prometeo pudieron sobrevivir a la catástrofe Decalion, su mujer Pirra, sus hijos y animales terrestres, incluyendo cerdos, caballos, leones y serpientes. Su cobijo fue un gran cofre en el que navegaron durante 9 días y 9 noches “con el agua saliendo de la Tierra y el mar rebosando”. Según los relatos, el cobjio fue el Monte Parnaso o el Olimpo, al abrirse una grieta en Bambyce, por la que se produjo el desagüe. Decalion y Pirra lanzaron piedras que se convirtieron en hombres o mujeres dependiendo de quien las lanzaba.

La versión coránica es muy parecida a la bíblica. Habla de Noé y su familia y de una inundación que cubrió la tierra, a la cual sobrevivieron en el arca. La catástrofe se describe en los siguientes términos: “la superficie de la tierra hirvió…El arca se movió entre las olas como montañas”. La cosa terminó cuando Alá mandó a la tierra tragarse las aguas y al Cielo detener las lluvias. Finalmente, el arca se posó en el monte Djudi.

Los Puranas de la India hablan de un barco dirigido por el pez divino que salvó a Satyarawata; la inundación duró 7 días (en los que las tres fuentes quedaron sumergidas), hasta que el pez llevó al barco a tierra.

Otra versión de la India habla de que había un hombre llamado Manu que salvó a un pez chiquito de los dientes de uno grande y le dijo: “si me cuidas hasta que sea grande, un día te salvaré de las cosas terribles que están por llegar”. Manu le preguntó qué pasaría y éste le contestö: “se acerca un gran diluvio que lo arrasará todo sobre la tierra”. A medida que el pez iba creciendo, Manu lo iba cambiando a una pecera más grande hasta que se convirtió en un “gasha”, el pez más grande sobre la faz de la tierra. Cuando la lluvia comenzó, Manu ató una cuerda del barco al pez y éste le guió por entre las aguas mientras la lluvia desaparecía, llevándole a una montaña, donde encalló.

En Australia existe una leyenda llamada “El diluvio del tiempo del sueño”, en la que se vieron implicados Noé,. los aborígenes y algunos animales, a bordo de un arca gumana, llamada woramba, que terminó encallando en Djilinbadu, la montaña, donde todavía puede ser encontrada. Para ellos, la leyenda de que el arca está en el medio oriente es una mentira fabricada por los blancos para mantenerles sojuzgados. Esta leyenda es, sin duda, una mixtura fruto del contacto con los misioneros y, para algunos, no hay leyenda alguna que sostenga esta tradición sobre este tema.

Recopilación de www.rafapal.com

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