Se describe la subida de la bestia en Apocalipsis 13:1–8, y se interpreta el simbolismo en 17:3 y 17:7–14. Juan comienza, “Me paré sobre la arena del mar, y vi subir del mar una bestia que tenía siete cabezas y diez cuernos; y en sus cuernos diez diademas; y sobre sus cabezas, un nombre blasfemo” (13:1). Los detalles que se dan aquí son casi idénticos con los de 17:3, excepto que el segundo texto describe la bestia como “escarlata”, y no menciona las coronas.
Continúa, “Y la bestia que vi era semejante a un leopardo, y sus pies como de oso, y su boca como boca de león” (v. 2). Obviamente, la visión de Juan pretende comunicar la impresión de que la bestia encarna las características de las tres primeras bestias de Daniel 7:14 y adelante. Pero la bestia misma es la cuarta bestia de Daniel.
Juan informa, “Y el dragón le dio su poder y su trono, y grande autoridad” (v. 2). El dragón mismo, Satanás, se describe en Apocalipsis 12:3 como “escarlata”, rojo, y con siete cabezas, diez cuernos, y siete diademas. Ahora la bestia es “escarlata”, tiene siete cabezas y diez cuernos, pero tiene diez diademas.
Las siete cabezas son interpretadas en Apocalipsis 17:9–11, “Esto, para la mente que tenga sabiduría: Las siete cabezas son siete montes, sobre los cuales se sienta la mujer, y son siete reyes. Cinco de ellos han caído; uno es, y el otro aún no ha venido; y cuando venga, es necesario que dure breve tiempo” (vv. 9, 10).
Babilonia–Roma
Es difícil dudar del hecho de que la mujer, llamada “Babilonia”, sentada sobre los siete montes, es Roma (17:9, 18). Pero esta ciudad es Roma en el mismo sentido de que Roma es Babilonia. En otras palabras, en el Antiguo Testamento, Babilonia es una ciudad pagana que domina sobre el pueblo de Dios.
Naturalmente, los escritores del Nuevo Testamento, no solamente Juan, sino también Pedro (1 Pedro 5:13), llamaban a Roma “Babilonia”. Este es el sentido en que las siete cabezas de la bestia y la mujer sentada sobre ellas representa Roma, porque es un poder pagano que domina sobre el pueblo de Dios.
Es perfectamente consecuente que Juan añada las palabras, “y son siete reyes. Cinco de ellos han caído; uno es, y el otro aún no ha venido” (17:10). Obviamente el que existía en el tiempo de Juan era Roma. Los cinco que habían caído, contando desde el tiempo de Juan hacia atrás, y reconociendo que Juan frecuentemente alude a Daniel, serían primero el imperio griego, el imperio medo–persa, y el imperio babilónico, Asia y Egipto. Daniel no tenía que tratar con los últimos dos, pero están en la visión de Juan.
Parece razonablemente seguro que “el otro que aún no ha venido”, otro reino pagano que dominaría al pueblo de Dios, es representado por los diez cuernos del dragón en el capítulo 12, y por los diez cuernos de la bestia en los capítulos 13 y 17. Estos reflejan los diez cuernos de la cuarta bestia de Daniel 7.
Juan continúa su explicación, “La bestia que era, y no es, es también el octavo; y es de entre los siete, y va a la perdición” (17:11). Hemos identificado la bestia con el anticristo, y así con el pequeño cuerno de Daniel 7. Daniel dice, “Mientras yo contemplaba los cuernos, he aquí que otro cuerno pequeño salía entre ellos, y delante de él fueron arrancados tres cuernos de los primeros; y he aquí que este cuerno tenía ojos como de hombre, y una boca que hablaba grandes cosas” (7:8). Apocalipsis 17:12, 13 explica en distintas palabras cómo del anticristo llega a dominar los diez cuernos, “Y los diez cuernos que has visto, son diez reyes, que aún no han recibido reino; pero por una hora recibirán autoridad como reyes juntamente con la bestia. Estos tienen un mismo propósito, y entregarán su poder y su autoridad a la bestia”.
Estas palabras, creo, explican plenamente cómo se puede decir que la bestia es “el octavo”, y que es “de entre las siete”.
Fuente: J. Oliver Buswell Jr., Teología sistemática, tomo 4, Escatología (Miami, Florida: LOGOI, Inc., 2005), 907–908.