Un anciano de iglesia es un líder espiritual maduro, reconocido por su sabiduría, integridad, fe y servicio a la comunidad cristiana. Su función principal es cuidar del rebaño de Dios, guiando con amor, corrigiendo con mansedumbre y enseñando con fidelidad a la Palabra.
Bíblicamente, los ancianos son descritos en textos como 1 Timoteo 3:1–7, Tito 1:5–9 y 1 Pedro 5:1–4. Ahí se resaltan cualidades como:
- Ser irreprensible (de buena reputación).
- Marido de una sola mujer (fiel y ejemplo en su hogar).
- Sobrio, prudente, decoroso, hospitalario y apto para enseñar.
- No violento, no codicioso, sino amable y justo.
- Buen administrador de su casa.
- No un recién convertido, para que no caiga en orgullo.
- De buen testimonio ante los de afuera.
El anciano debe tener el corazón de un pastor: cuidar, animar, proteger y corregir cuando sea necesario, todo sin buscar su propio beneficio, sino siempre buscando la gloria de Dios y el bienestar de la iglesia.
Un anciano no es simplemente alguien de edad avanzada ni un «jefe» de la iglesia. Es, sobre todo, un siervo con profunda madurez espiritual, que ha caminado con Cristo lo suficiente como para guiar a otros en ese mismo camino. Su autoridad no proviene de su estatus, sino de su ejemplo de vida y su amor genuino por las personas.
Comentario Reflexivo:
Un buen anciano:
- Ora por su iglesia.
- Se acerca al que está débil.
- Defiende la sana doctrina sin caer en contiendas inútiles.
- Modela lo que predica.
La iglesia necesita ancianos que no busquen poder, sino reflejar el corazón de Cristo, el Buen Pastor que dio su vida por las ovejas.//////////.
RESUMEN
