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¿POR QUÉ NO REGRESAS YA?

¿Por qué la aparente demora?

Sin embargo, todo lo anterior puede hacer surgir un dilema en la mente. Si la Biblia dice que la segunda venida de Cristo está cerca, ¿por qué han transcurrido dos mil años? ¿Por qué ha habido tanta demora? ¿Por qué continúa la vida y sigue adelante sin interrupción? El apóstol Pedro se anticipó a esta pregunta, en su segunda epístola, en la que escribió: “Sabed sobre todo que en los últimos días vendrán burladores, andando según sus propias pasiones y diciendo:, ‘«¿Dónde está la promesa de su advenimiento? Porque desde el día en que los padres durmieron, todas las cosas permanecen así como desde el principio de la creación»’ ” (3:3, 4).

El Espíritu Santo inspiró a Pedro para que escribiera dos cosas para ayudarnos a comprender la aparente demora. Lo primero y más importante que debemos recordar es que el tiempo de Dios no es nuestro tiempo; Pedro escribió: “Pero, amados, no ignoréis que, para el Señor, un día es como mil años y mil años como un día” (2 Pedro 3:8, aludiendo al Salmo 90:4). Para Dios, los dos mil años que han pasado no han sido un tiempo largo; han sido sólo como un día o dos. La perspectiva que tiene Dios del tiempo es diferente de la nuestra; es como un billonario a quien se le cobran 10,000 dólares por el cambio de un techo. Para él, $10,000 es una gota en el presupuesto, mientras que a muchos otros esa cantidad les puede parecer enorme.

En este sentido, se puede recordar lo que ocurrió en la época del Antiguo Testamento. Dios hizo promesas, pero con frecuencia pasó mucho tiempo, desde nuestro punto de vista, para que se cumplieran. Hacia el 2100 a.C., Dios le prometió a Abraham que sus descendientes iban a poseer la tierra de Palestina (Génesis 12:7); eso no se cumplió hasta casi setecientos años más tarde, cuando Josué condujo a los israelitas a la conquista de la Tierra Prometida. Hacia el año 1400 a.C., el profeta Malaquías predijo que Elías iba a venir para preparar el camino del Salvador (Malaquías 4:5); eso no se cumplió hasta unos cuatrocientos años más tarde, cuando Juan el Bautista entró en la escena (Mateo 11:14). Eso nos puede parecer un tiempo muy largo, pero, desde el punto de vista de Dios, no hubo ninguna demora; para él, mil años son como un día.

En segundo lugar, Pedro dijo que Dios tiene un propósito misericordioso para retardar el día del juicio. Pedro dijo a continuación: “El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento” (2 Pedro 3:9). Dios, en su gracia les está dando más tiempo a las personas para que se arrepientan y sean salvas. Apocalipsis 6:11 dice que es necesario que se “complete” el número de los mártires cristianos, antes de que venga el fin. Dios ha elegido a un número total de personas para que gocen del cielo, y no va a traer el día del juicio hasta que todas esas personas hayan sido llevadas a la fe en Cristo. Quizás lo podamos entender de esta manera: Si el día del juicio hubiera venido hace cien años, usted y yo no hubiéramos tenido la oportunidad de ir al cielo. Por eso Dios, en su amor por los pecadores y por el deseo de que sean salvos, está esperando con paciencia.

Pero las promesas de Dios siguen en pie; el día del juicio va a venir pronto, de la manera como la Palabra de Dios lo ha declarado. En la poderosa sección que escribió Pedro con referencia al día del juicio, añadió: “Estos [los burladores] ignoran voluntariamente que en el tiempo antiguo fueron hechos por la palabra de Dios los cielos y también la tierra, que proviene del agua y por el agua subsiste, por lo cual el mundo de entonces pereció anegado en agua. Pero los cielos y la tierra que existen ahora están reservados por la misma palabra, guardados para el fuego en el día del juicio y de la perdición de los hombres impíos.” (2 Pedro 3:5–7). La poderosa Palabra del Señor creó el universo; esa misma Palabra ha decretado el día final de juicio. Como la Palabra de Dios ha hablado, así ocurrirá con seguridad, en el tiempo de Dios.

Y si el día del juicio estaba cerca en la época de los apóstoles, sólo podemos suponer que ahora está aún más cerca. Pablo escribió: “porque ahora está más cerca de nosotros nuestra salvación que cuando creímos” (Romanos 13:11). Cada día que pasa se acerca más el día del juicio. Cuanto más tiempo permanezca el mundo, más cerca estamos de la segunda venida de Cristo.

Indicios en la Biblia de que la venida tarda un tiempo

La verdad es que no toda la evidencia bíblica apunta a una inmediata segunda venida de Cristo. En la Biblia hay algunos indicios de que la venida de Cristo puede tardar un tiempo, mirada desde el punto de vista humano.

Por ejemplo, algunas de las parábolas de Cristo sugieren un tiempo largo antes del día de juicio. En la parábola de las diez vírgenes, “Como el novio tardaba, cabecearon todas y se durmieron” (Mateo 25:5). En la parábola de los talentos, el señor regresó “después de mucho tiempo” (Mateo 25:19). En la parábola de las diez minas, el “Un hombre noble se fue a un país lejano para recibir un reino y volver” (Lucas 19:12). Esta última parábola en realidad fue dicha para corregir a los que pensaban que el reino de Dios se iba a manifestar de inmediato (versículo 11).

En relación con las señales del fin que mencionó, Jesús da a entender que el fin no va a venir de inmediato, cuando se comiencen a ver las señales. Esas señales son “sólo principio de dolores” (Mateo 24:8). Jesús dice que las guerras y las revueltas “es necesario que… acontezcan primero; pero el fin no será inmediatamente” (Lucas 21:9).

En ocasiones, los apóstoles, que decían que el día del juicio estaba cerca, escribieron como si esperaran que su propia muerte ocurriera primero. Pablo le escribió a Timoteo: “El tiempo de mi partida está cercano” (2 Timoteo 4:6). Pablo dijo también que “para mí el vivir es Cristo y el morir, ganancia” (Filipenses 1:21–23). Pedro, hablando de su vida en el cuerpo, dijo: “sabiendo que en breve debo abandonar el cuerpo” (2 Pedro 1:14).

A los creyentes también se les debe animar a ser “pacientes” en relación con la venida del Señor. Santiago escribió: “Por tanto, hermanos, tened paciencia hasta la venida del Señor. Mirad cómo el labrador espera el precioso fruto de la tierra, aguardando con paciencia hasta que reciba la lluvia temprana y la tardía. Tened también vosotros paciencia y afirmad vuestros corazones, porque la venida del Señor se acerca” (Santiago 5:7, 8). Tenemos que ser pacientes, como granjeros que esperan que la cosecha madure, esperando el regreso de Cristo.

En especial el libro de Apocalipsis indica cierta duración del tiempo antes del día del juicio. Cuando se abre el quinto sello en las visiones del Apocalipsis, el apóstol Juan ve las almas de los mártires en el cielo, que están esperando con impaciencia la venida del día del juicio. Se les dieron vestiduras y se les dijo que descansaran “todavía un poco de tiempo” (Apocalipsis 6:11). Las visiones de los sellos, las trompetas, los testigos, y las bestias, representan todas ellas, los eventos que van a ocurrir durante la era del Nuevo Testamento, que culminarán el día del juicio. Esos eventos llaman a “la perseverancia… de los santos” (Apocalipsis 13:10). Además, Apocalipsis 20 dice que Satanás va a ser atado “por mil años” (versículo 2). Aunque en el Apocalipsis las referencias temporales como “mil años” no tienen la intención de ser literales, sí implican el transcurso de una cierta cantidad de tiempo para que esos eventos tengan lugar. Es interesante notar que los apóstoles no dejaron de hacer planes para el futuro, aunque también insistían mucho en que el fin estaba cerca. Solían hablar como si todavía fueran a estar vivos sobre la tierra después de uno o dos años. Pablo habló de los planes que tenía para “ir a España” (Romanos 15:23–25). Juan escribió sobre sus intenciones de “ir a vosotros y hablar cara a cara” (2 Juan 12). Las epístolas están llenas de planes personales de los autores (1 Corintios 4:19; 2 Corintios 12:14; Filipenses 2:19; 1 Timoteo 3:14; 2 Timoteo 4:11; Filemón 22).

Los apóstoles no se cruzaron de brazos ni se sentaron a esperar; actuaron como si todavía les quedara tiempo.

Nuestra actitud

Entonces, ¿cuál es nuestra actitud? Como los apóstoles, no dejamos de hacer planes para el futuro, no dejamos nuestros trabajos para dedicarnos a mirar al cielo. Sabemos que el mundo se va a seguir tambaleando durante otros diez, cien, o mil años. Y todos podemos seguir anunciando el evangelio para que así el mundo sea un mejor lugar de cierta manera.

Pero también sabemos que el mundo puede llegar a su fin hoy o mañana; por eso no vamos a aplazar lo referente al arrepentimiento y a la fe. No pensamos que las viviendas que tenemos en esta tierra sean nuestro verdadero hogar. Mientras va transcurriendo nuestro día, pensamos en la posibilidad de que Cristo pueda aparecer en cualquier momento. Sobre todas las cosas, queremos estar siempre cerca de Jesús en la fe, usamos su Palabra y los sacramentos, para que su gracia esté con nosotros. Y también podemos usar las señales del fin como advertencias y recordatorios. Cuando nos llegan noticias de un terremoto, siempre pensamos “Jesús va a venir pronto”. Cuando tenemos noticias de una guerra, siempre pensamos “Jesús va a venir pronto”. Cuando escuchamos sobre falsos maestros, pensamos “Jesús va a venir pronto”.

Alguien dijo una vez que las señales del fin son como si Dios estuviera llamando a la puerta del mundo. Él quiere atraer nuestra atención, y por eso permite que haya hambre y enfermedades; permite que el mal gane fuerza. De esa manera está llamando a la puerta, indicando así que este mundo está llegando a su fin. Es Dios que está llamando a la puerta, diciéndonos que va a venir pronto.

Jesús dice que las señales del fin son como los dolores que anuncian el parto de una mujer que está embarazada. “Se levantará nación contra nación y reino contra reino; y habrá pestes, hambres y terremotos en diferentes lugares. Pero todo esto es solo principio de dolores” (Mateo 24:7, 8). ¿Ha estado usted alguna vez en una sala de partos? Una vez que comienzan los dolores de parto, hay algo que es seguro: pronto va a haber un nacimiento. Una enfermera nos dijo una vez a mi esposa y a mí, en esa situación: “Nunca hemos dejado un niño adentro”. Y eso es lo que ocurre ahora cuando las señales del fin son evidentes. El nacimiento de la eternidad viene pronto. Es inevitable.

Un autor Cristiano lo dice de esta manera: “Los religiosos de todas las épocas han tenido la esperanza de ver el cumplimiento de la esperanza escatológica durante el tiempo de su vida.… En todas las épocas, ha estado siempre presente la dinámica del fin de los tiempos.… miramos a nuestra propia época, y decimos: ‘Con seguridad, estos son los últimos de los últimos días’. Como les ocurrió a nuestros ilustres predecesores, podemos estar equivocados; pero lo que es cierto es que un día, una generación tendrá la razón. Por lo tanto, todas las generaciones deben estar preparadas”.26

“¡Despertad! A todos llama
Del guarda fiel la gran proclama;
¡Despierta, pueblo de David!
Ya la media noche suena,
Venid a la celeste cena;
Prudentes vírgenes, salid.
Al regio esposo ved,
La lámpara encended.
¡Aleluya! Presto acudid al adalid;
Con júbilo a sus bodas id”
Texto: Philipp Nicolai (1556–1608, pastor luterano alemán, traducido por Federico Fliedner, 1845–1901)

 

Fuente:

Thomas P. Nass, Tiempos Finales: Jesús Viene Pronto, ed. Curtis A. Jahn, Enseñanzas de La Biblia Popular (Milwaukee, WI: Editorial Northwestern, 2011), 62–67.

______________________

(CC 4:1)

26 Frederic W. Baue, “What Comes After Postmodernism?” Logia, Vol. 8, No. 1 (Epiphany 2004), p. 8.

CC Culto Cristiano

 

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