Mucho se ha especulado con este número, y no voy a explayarme en su significado. Simplemente aprovecho para poner de relieve algunos aspectos.
1. Apoc 13:17-18 menciona que en el fin del mundo, los que se sometan a la bestia recibirán la marca o el nombre de la bestia o el número de su nombre. Se agrega, a su vez, que es número de hombre. En otras palabras, todo intento por encontrar una cifra que dé 666 en una mujer no cuadraría con la profecía.
2. En Apoc 13:1 se dice que sobre las cabezas de la bestia había nombres blasfemos, es decir, nombres que revelan la intención del que los lleva de buscar ocupar el lugar de Dios.La Biblede Jerusalem, que es una versión católica, rinde Apoc 13:1 de la siguiente manera: «sobre sus cabezas había títulos blasfemos.» La bestia escarlata de Apoc 17:3, sobre la cual cabalga la mujer ramera, posee también «títulos blasfemos.» Esto nos hace ver que el poder representado por la bestia poseería muchos nombres o títulos blasfemos, y esto se cumple en el papado romano, cuando impuso la marca de su autoridad en los reinos de la tierra.
3. No obstante, Apoc 13:17-18 menciona que uno de ellos en especial, llevaría el número 666. Obviamente, tiene que ser un título que cuadre con su carácter blasfemo de una manera sobresaliente, y en relación con la marca de su autoridad. Pues bien, de todos los nombres o títulos que se ha arrogado el papado, entre los cuales más de uno contiene el número 666, Vicarius Filii Dei es el que revela a las claras la intención blasfema del papa, el de querer ocupar el lugar del Hijo de Dios en la tierra. Y eso es justamente blasfemia, pues revela el mismo espíritu que tuvo Lucifer, el de querer ocupar el lugar de Dios (Isa 14:12-14; véase Mat 4:8-10; Mar 2:5-12). No hay que olvidar que a Jesús se lo acusó de blasfemia por declararse Hijo de Dios (Jn 5:18), y que su testimonio no depende de testimonio humano alguno, sino que está respaldado únicamente por el de las demás personas dela Deidad(Jn 5:33-38).
4. El título, Vicarius Filii Dei, está incorporado enla Ley Canónicadela Iglesia CatólicaRomana. «Beatus Petrus in terris vicarius filii Dei videtur esse constitutus,» Decretum Gratiani, prima pars., dist., 96. «The title Vicarius Filii Dei… is very common as the title for the Pope,» Dr. J. Quaston, S.T.D., professor of ancient history and Christian archaeology, School of Sacred Theology, Catholic University of America, Washington, D.C., March 5, 1943. This title was confirmed by a church council, according to Binius, a Roman Catholic dignitary ofCologne. See Sacrosancta Concilia, vol. I, pp. 1539-1541. Un estudio exhaustivo del uso de este título, sin embargo, no se ha hecho aún, pero es obvio con estos ejemplos que tal estudio en lo futuro ampliará muchísimo el repertorio de ejemplos que hoy se busca ocultar.
5. Es cierto que se ha jugado mucho, ya desde la antigüedad, con el uso de la gematría para descubrir el nombre que correspondería en sus letras numéricas, con el número 666. Pero no tenemos otra alternativa, porque esto es lo que se le mostró al apóstol, algo que era muy común en sus días. Por ejemplo, sobre un muro de Pompeya aparece una inscripción: «Yo amo aquella cuyo nombre es 545.» En Sib. 5:10-50, se presenta una lista de los emperadores romanos hasta Adrián [Hadrien], sin nombrarlos. Para ello se dan únicamente sus cifras. Así, por ejemplo, cuando menciona el emperador cuyo nombre comienza con n= 50, se refiere a Nerón.
6. El hecho de que muchos nombres y títulos puedan aplicarse a más de un personaje histórico, no debe conducir a la bancarrota. El número 666 es una prueba entre muchas. Debe, pues, cuadrar con todas las otras especificaciones de la profecía. Por ejemplo, el emperador Nerón no resucitó como ocurre hoy con el papado, que está recuperando el poder político que había perdido en manos de los poderes seculares. Además, para que el nombre Qesar Neron dé 666, debe leérselo en hebreo y con pronunciación griega, no romana. Si se lo lee en hebreo con pronunciación romana, su cifra da 616. Ese problema tenían ya algunos cristianos antiguos de los primeros siglos que querían identificar el número 666 con Nerón, razón por la cual aparecen manuscritos del Apocalipsis con el número cambiado a 616. Esos cristianos se daban cuenta que el nombre o título debía buscárselo en el idioma original para que tuviese valor, y al no encontrar un equivalente adecuado en sus días, vacilaban entre leer en hebreo con acento griego, o cambiar el número que dio Juan en el Apocalipsis para poder leerlo con su acento original en latín.
7. También quedan descartados otros títulos generales que no tienen nada que ver con un carácter blasfemo como, por ejemplo: Italika Ekklesia (en griego); Lateinos (griego); He latine Basileia (griego), etc. Asimismo, todas las explicaciones que buscan un símbolo en el número 666 de algún concepto filosófico o teológico, no responden satisfactoriamente al hecho de que se trata del «número de su nombre.» Esas explicaciones pueden tener un valor adicional, como un trasfondo digno de notar, pero nunca podrán reemplazar una interpretación que busque el número en las letras de un nombre que cumpla con las especificaciones de la profecía bíblica. En efecto, el nombre de una persona podía reflejar su carácter (Mar 3:17). También podía el nombre de una determinada persona (Apoc 14:1), ciudad o institución, aplicarse a todos los que se identificasen con los principios que están implícitos en él (Apoc 3:12).
De esto pueden extraerse conclusiones teológicas muy importantes, pero sin que éllo nos lleve a negar la personalidad o institución que origina y posee tal nombre. Por ejemplo, puede recurrise a la simbolología bíblica de los números, y resaltarse el contraste entre el número 6 y el 7, como representando el contraste entre el poder humano y el divino, pero no ignorar por ello el nombre de la persona o entidad que encarna tal poder. En otras palabras, el número como los siete montes sobre los que se sienta la mujer, pueden tener una doble dimensión, sin negar que la realidad concreta sea el título blasfemo que se quiere resaltar del papado, ni que los siete montes sean una referencia concreta a la ciudad de Roma (Apoc 17:9-10). La simbolología de los números puede decirnos, así, algunas cosas adicionales que podemos agregar al descubrimiento definido del título blasfemo del papado que lo lleva a exhaltarse sobre el Hijo de Dios.
Volvamos a insistir reconociendo que así como Dios tiene muchos nombres enla Biblia, el anticristo representado por la bestia posee también muchos nombres blasfemos. De uno de ellos especialmente significativo por revelar la verdadera intención blasfema del anticristo, según se le mostró a Juan, se podría extraer mediante un cálculo (psefisáto), el número 666. Esto significa que toda la humanidad, excepto los que tengan el sello de Dios (su nombre tal como aparece en el 4to. mandamiento), reconocerán al papado como siendo el vicario del Hijo de Dios ya sea por convicción (marca en la frente) o por simple sometimiento a su voluntad al respetar el día que ostenta como símbolo de su autoridad blasfema (marca en la mano).
8. La relación que la marca de la bestia tiene con el nombre blasfemo, se puede percibir únicamente en el papado, y esto de varias maneras. Por falta de espacio sólo mencionaremos aquí que así como el sello de Dios es el 7mo. día de la semana, la marca de autoridad del papado es el falso día de reposo que heredó del imperio romano, y lo impuso a partir del S. VI en toda la cristiandad. El domingo era el día del sol para los romanos, y los cristianos, contrariamente, comenzaron a considerar a Cristo como siendo el Sol de Justicia. Al pretender el papado ocupar el lugar del Hijo de Dios, se quiso atraer esa honra a sí mismo, e instituyó el Sun-day como su día, su marca de autoridad. Es interesante también observar que el número 666 aparece ya en amuletos que portaban los sacerdotes paganos que adoraban al sol, y que se llamaban Sigilla Solis. Ese número debía extraérselo por el recuento de diagramas que contenían números místicos que sumados, daban 666. Del otro lado del diagrama en los amuletos, estaba la figura del sol. Pues bien, el disco del sol que se ponía en los cuadros de los emperadores romanos, los cristianos se lo pusieron a Cristo y, cuando cayó el imperio romano, ese disco del sol se lo pusieron a los papas y santos de la iglesia romana.
Dr. Alberto R. Treiyer